Atrapados

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Hace siete años...

A mitad del océano se encontraba una de las obras arquitectónicas más impresionantes que el mundo jamás verá. Una prisión de varios pisos de alto oculto metros bajo el océano, con varias celdas, comedor y patio de juegos, mientras que la sala donde reciden los guardias se encontraba en la parte superior del magnífico barco, cuyo rumbo siempre es aleatorio y lejano a cualquier pedazo de tierra al que alguien sin el equipo necesario pudiera llegar. Misma con cientos de guardias, cámaras y ahora con un nuevo equipo de seguridad a las afueras de este, donde sub plataformas en cada esquina del barco tienen a hombres armados y siempre listos para disparar a cualquier persona sin autorización. Sea guardia o no. No cometerían el mismo error dos veces. Ningún otro preso logrará escapar.

Los presos ahora eran vigilados las veinticuatro horas y se los inspeccionaba antes y después de salir de sus celdas, mismas que también registraban a fondo. El personal en la prisión tenía hombres nuevos cada mes para evitar los sobornos y que los reclusos pudieran predecir la rutina. Teniendo un nuevo alcalde y dueño de la prisión. H.I.V.E.

Eran los dos de la tarde cuando un grupo de presos, ignorando las minuciosas miradas de los guardias sobre ellos, se enfrentaban en un partido de básquet. Max le pasó el balón a un hombre de cuarenta y siete años llamado Jack, pero su hijo Cristián la atajó en el acto, para luego rebotarla directamente hacía el aro del equipo contrario, cuando su padre, en un movimiento rápido, se la quitó y se la pasó a Max, quién la tomó e hizo un lanzamiento directamente hacía el aro, pero en eso un hombre alto de cabello rubio evitó que encestara, y desde su posición, la arrojó al aro contrario anotando. Dando así por finalizado el partido, a lo que el rubio y Cristián chocaron los cinco por su victoria.

_ ¡Viejo, eso no es justo! _ protestó Max acercándose a los chicos, seguido por Jack. _ ¿Por qué Jericho siempre tiene que estar en tu equipo? Porque no juegas tú con el fósil.

_ ¡Hey! _ se quejó el mayor dándole un golpe en la nuca a Max. _ Más respeto, mocoso.

_ No seas mal perdedor y paga. _ dijo Cristián moviendo su mano, indicándole que se diera prisa. Entonces tanto él como su padre le pagaron doscientos dólares como decía la apuesta. _ Gracias... _ se burló. _ Oye, Jericho. ¿Estás seguro que no quieres tu parte?

_ No. Estoy bien así. _ dijo a través del comando de voz instalado en un collar en su cuello, superpuesto al que los obligaban a usar para neutralizarlos en caso de que quisieran escapar. _ De todas formas no tenemos donde gastarlo.

_ Eso es verdad. _ dijo un quinto miembro más animado a sus espaldas, haciendo que el rubio rodará los ojos y tratara de ignorar al hombre delgado y de ojos azules que lo abrazaba por los hombros con un exceso de confianza que nadie le había dado. _ En esta madriguera no te dejan ni cagar en paz. ¿No es así, Joseph? Deberíamos tener más privacidad. No sé... tal vez... _ dijo despreocupadamente a la vez que movía dos de sus dedos por el trabajado abdomen del mayor con una sonrisa traviesa bailando en sus labios. _ podríamos pasarla muuuy bien tu y yo. ¿Mmm? ¿Que dices?

Max y Cristián se voltearon a ver por un momento y luego regresaron su vista a esos dos, y cubriendo sus bocas con las manos, trataron con todas sus fuerzas de contener la risa sin éxito, mientras que Jack negaba con la cabeza y una sonrisa en su rostro. El mismo escenario de todos los días. Desde que Jericho llegó a la prisión y puso en su lugar a cada recluso que pensó que era "carne fresca", había estado fascinado por él. Y cuando supo que era el hijo mayor de Deathstroke no pudo resistirse más, comenzando a coquetearle e insinuarsele de mil formas posibles cada vez que tenía oportunidad, siendo brutalmente rechazado por este. Literalmente. De forma brutal.

_ Xavier, aléjate de él antes de que... _ decía Jack antes de ver cómo Jericho tomaba el brazo del ojiazul, y torciendolo un poco, lo levantaba sobre su cabeza y lo arrojaba con fuerza contra el suelo, dejándolo atontado. Una vez Jericho vio que no se levantaría, dio media vuelta y se alejó furioso. _ olvídalo. _ suspiró. _ Amigo, a veces creo que eres masoquista. _ le tendió la mano y lo ayudó a ponerse de pie. _ Ya rindete. Te quebrará todos los huesos del cuerpo antes de voltearte a ver.

¿Como sucedió?  (Slade x Robin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora