𝐃í𝐚 𝟒: 𝐁𝐞𝐛é

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Tener una familia nunca había sido algo que Bucky deseara, al menos no le había dado tanta importancia a aquello en sus tiempos de juventud, creyendo ingenuamente que tendría una larga y tranquila vida por venir. Claro, nunca se imaginó participando en una guerra, que las cosas salieran peor de lo imaginado, al grado de que se le considerará muerto y siendo usado por las de setenta años como un arma; una cosa.

Los traumas por los qué pasó, los años sin control de su propio cuerpo o mente lo hicieron cambiar, ya no era el mismo sargento Barnes, sonriente y risueño; coqueto y energético. Ahora era alguien más reservado, ligeramente desconfiado y centrado en lo que quería, a pesar de los terrores del pasado que aún no lo dejaban vivir por completo, Barnes logró un tipo de libertad. Había conseguir escapar de Hydra y aunque mil cosas más sucedieron en los años siguientes, Bucky encontró paz en cierto país africano, donde el rey de este mismo le dio protección.

Siete años después de escapar de Hydra, Bucky estaba establecido en una acogedora cabaña, en los campos abiertos cercanos al palacio. Gracias a la ayuda había logrado mejorar, las palabras de activación se esfumaron y por fin empezó a vivir la vida que había perdido. No estaba solo, Steve se había sumado a la ecuación meses después de su recuperación; dejó el manto del capitán america argumentando que no había nada más importante que el omega.

Juntos lograron la estabilidad deseada, al final habían conseguido dar el siguiente paso en su relación, dejando de ser solo amigos y confesándose mutuamente lo que sentían por el otro. Un noviazgo, una boda y un matrimonio eran lo que ahora tenían. Creyeron que no habría nada mejor que el por fin estar juntos, sin embargo, la llegada de dos bebés llenaron su pequeño hogar con una felicidad inimaginable.

George y Sarah, los mellizos eran la viva imagen de los dos: cabello castaño y rubio, ojos claros y una sonrisa tan contagiosa que lograba llenar de felicidad a los amorosos padres. Bucky lloró de alegría cuando supo la noticia de su embarazo, creyendo que la oportunidad de formar una familia se le había escapado de las manos.

Ser padres primerizos resultó ser todo un reto. Ninguno había tenido a su cuidado a no solo uno, sino dos cachorros, los que dependerían totalmente de sus padres, quienes a pesar del miedo y las dudas lograron darles todo lo que necesitaban. Por lo que cuando supieron que Bucky esperaba un nuevo bebé, no lo dudaron, se sentían preparados para recibirlo.

Ahora, después del tercer cumpleaños de sus mellizos, James acababa de tener a su tercer cachorro. Dio a luz en el ala médica del palacio, bajo los cuidados de los mejores médicos y de Shuri, quien estuvo a su lado en todo momento monitoreándolo. A su lado también se mantuvo Steve (como siempre estaba), sosteniéndolo con una mano y susurrando palabras amorosas y de aliento; apoyándolo y siendo de gran ayuda para el omega.

No pudo contener las lagrimas cuando por fin pudo sostener entre sus brazos a su bebé, poco le importó que estuviera cubierto de fluidos y estuvieran llorando fuertemente. Los dos padres vieron al bebé, encantados por conocer a su nuevo retoño y las lágrimas continuaron saliendo, ahora de los dos. La siguiente hora se trató más que nada en comprobar la salud del cachorro, asegurarse de que todo estaba bien con él y también con el omega.

Al ser un súper soldado, Bucky tenía la ventaja de que algo tan difícil y doloroso como lo era un parto no le afectará tanto. Por esas cosas agradecía tener el suero, de recuperaba más rápido de lo que un o una madre omega promedio lo haría. El bebé volvió a los brazos del omega después de los chequeos.

—Dios, nunca me cansaré de decir que la época que más amo es cuando son recién nacidos —Steve mantuvo un tono de voz bajo, tranquilo para no alterar al cachorro que parecía más que feliz descansando contra el pecho de su padre omega.

—Son tan frágiles, tan pequeños que hacen que los queramos proteger de todo y todos —anhelaba ver crecer a sus cachorros, es lo que más deseaba, pero sin duda alguna deseaba en secreto que de quedaran para siempre así, era lo mejor—. Daría mi vida por ellos, por ti, sin dudarlo.

—Mi Buck, tan lindo e increíble —Steve depositó un beso sobre sus labios, lo siguió lentamente antes de separarse—. Yo nunca dudaría en dejarlo todo por ustedes. Nunca —la pareja se ponía más melosa de lo normal en ese tipo de momentos, dejando atrás las apariencias e importándoles poco quien pudiese escuchar.

—¿Como crees que reaccionen los mellizos? —Bucky preguntó momentos después, ansioso ante la idea de que los ahora hermanos mayores conocieran al nuevo integrante. Sabía que los pequeños eran los mejores, amorosos y tranquilos, pero el presentarles al recién nacido le dejaba dudas.

—Tal vez se sorprendan al principio, pero sin duda alguna amarán a esta bolita como nosotros —acarició las regordetas mejillas de Grant, quien seguía igual de tranquilo, con los ojos cerrados. Tanto Steve como Bucky le habían pedido a Shuri que fuera por los mellizos, quienes durante todas esas horas de habían quedado con el rey a su cuidado.

Durante varios minutos se quedaron en silencio, ambos contemplando la maravilla más extraordinaria de la vida. Habían actuado de la misma manera cuando fue el nacimiento de George y Sarah, seguían sin creer que habían hecho algo tan lindo como un bebé, quien sería igual de amado que sus hermanos mayores. Diez minutos después escucharon pasos y las voces características de los cachorros.

La puerta se abrió dejando ver a Shuri llegando con George y Sarah entre sus brazos, quienes veían con atención todo su entorno, hasta que sus ojitos encontraron a sus padres, en ese momentos los dos gritaron: "¡Papi! ¡Mami!" Tanto Steve como Bucky rieron, pero el segundo se preocupó un poco respecto al bebé, quien gimoteó ante el repentino ruido. Eso llamó la atención de los recién llegados, quienes observaron con interés el pequeño bulto que se encontraba sobre el regazo de su padre omega.

—George. Sarah. Les queremos presentar a alguien —la princesa dejó que los nombrados caminaron hacia la camilla en la que Buck reposaba. Steve se acercó hacia ellos y los tomó en brazos para que fuesen capaces de ver correctamente. El par de ojitos no dejaron de observar, ni siquiera cuando el alfa los colocó sobre la camilla, a un costado de Buck, quien sonrió amorosamente.

—Este es Grant, su hermanito —James mencionó con cuidado, dejando que digirieran la noticia. Los cachorros lucían asombrados y sus ceños fruncidos denotaban que estaban uniendo los puntos. No se acercaron más, se mantuvieron un poco lejos del bebé.

—¿Él es el que estaba en la panza de papá? —Preguntó Sarah. Fue la primera que habló después de unos segundos silenciosos. Había sido más que obvio la presencia de una gran protuberancia en el vientre de Bucky y aunque les habían explicado que era un bebé, al parecer los pequeños de tres años no habían captado del todo la explicación.

—Sí. ¿Recuerdan cuando les dijimos que ustedes habían estado dentro de papá? Bueno, es lo mismo —Rogers se encargó de acariciar los mechones cortos de los mellizos—. Creció dentro de él duramente todos estos meses y por fin está aquí con nosotros —les dio su espacio—. Vamos, no teman, acérquense —los animó.

Ambos se posicionaron a un costado del omega, se recargaron contra las cómodas almohadas y estiraron sus manitas hacia el bulto que era su hermano menor. Como si fuese consciente de la presencia de sus hermanos, Grant abrió un poquito los ojos y observó al par de caras nuevas antes de soltar un pequeño sollozo que alertó a los menores, quienes voltearon a ver a Bucky como si estuvieran buscando una respuesta.

—¿Ven? Es igual que ustedes. Llorara para avisar que tiene hambre o si necesita que le cambiemos el pañal —George y Sarah captaron la burlan de su padre e hicieron presente una vez más su ceño fruncido más aparte un puchero. Alzó la cabecita del pequeño para empezar a arrullarlo cómodamente.

Siguieron viendo a Grant con atención, pero al parecer más seguros y confiados. De igual manera compartieron una mirada antes de sonreír y recostarse sobre un especio libre en Bucky, tranquilos compartieron el primer momento entre hermanos con el bebé y fue ahí cuando Bucky supo que lo aceptaban.

—Te lo dije —Rogers se sentó al otro lado de Barnes y  pasó uno de sus brazos por sobre sus hombros. Besó a su omega, contento de ver a su pequeño clan por fin juntos, listos para la nueva pequeña aventura que se presentó y la que seguramente no sería la última.

Fictober 2021: Stucky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora