Fictober 2021: Stucky

𝐃í𝐚 𝟏𝟒: 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧𝐚

Steve nunca se había detenido a pensar sobre lo frágil y expuesto que es y está el ser humano, olvidando que antes del suero él era propenso a contraer cualquier enfermedad que podía llegar a ser mortal (al menos para él), pero fue consciente de aquello cuando un nuevo virus comenzó a propagarse por todo el mundo, poniendo millones de vidas en riesgo.
Así fue como la vida de un momento para otro cambió radicalmente, haciendo que las personas se encerraran en sus hogares.

Claro, Steve no tenía nada de que preocuparse, el suero había hecho maravillas con él otorgándole una salud envidiable que cualquier otra persona. Pero no todos tenían un suero del súper soldado, no todos eran como Steve y Bucky, por lo que el protegerse se había vuelto una prioridad y aunque al parecer ellos no podían contraer aquel virus, habían decidido seguir las recomendaciones y poner el ejemplo como buenos ciudadanos.

Así fue como Bucky y Steve habían terminado encerrados en su apartamento. La ciudad estaba en cuarentena, nadie podía salir y al parecer los vengadores no eran necesarios cuando una pandemia mundial se presentaba; ¿quien diría que lo que el mundo necesitaba para bajar los índices de crímenes era un virus mortal? Rogers no podía quejarse, era agradable dejar el manto del capitán america de lado y poder disfrutar de sus días sin la constante preocupación y presión que portar el uniforme le daba.

Y sin duda alguna estaba disfrutando más que nada el tiempo que compartía al lado de Buck, quien era una increíble compañía, ¿que más podía pedir si tenía como compañero de cuarentena al amor de su vida? Era como si la vida les regalara las largas vacaciones que habían estado planeando y aunque no podían salir, ambos preferían quedarse en casa, acurrucarse juntos y pasar los días al lado del otro.

No obstante las cosas adquirieron una monotonía y cotidianidad que comenzó por cansarles, no se estaban quejando, sabían que miles de personas estaban pasando un mal momento, pero hablando desde su privilegio, la pareja comenzó a odiar un poco la situación. Claro, habían muchas cosas que hacer desde casa, no dejaron de ejercitarse o ver películas, series y escuchar música (bailando al ritmo de esta); aprendieron nuevos platillos de comida. Pero las cosas empezaron a ir igual y tuvieron que poner manos a la obra para saber que más hacer.

Por lo que, ¿que podía hacer una pareja sola, en la comodidad de su hogar y con tiempo libre? Exacto, tener sex0. No era como si no fuese una actividad regular entre ambos, se amaban y sin duda alguna se deseaban con locura, pero digamos que el poco tiempo que las misiones y deberes les dejaban evitaban que explotar un poco más, posiciones, ritmos.

Todo empezaba de una manera natural, no era algo que estuviese escrito para hacerse, no, lo que más disfrutaban era que a pesar de saber hacia donde se dirigían, el primer acercamiento, los primeros besos y caricias eran de lo más emocionante que podían experimentar.

Y estaba por ocurrir.

Bucky se encontraba en la cocina de su hogar, preparando la comida de aquel día mientras que de su bocina inteligente salía la melodía de una de sus canciones favoritas. Había descubierto que cocinar lo relajaba y lo ponía de buen humor, era como un tipo de terapia para él y aunque Steve siempre le ofrecía su ayuda, Barnes la rechazaba.

Estaba cortando un par de verduras que más tarde pondría en el horno. Tan concentrado en su labor que no se percató del rubio detrás suyo, recargado contra el marco de la puerta y viéndole con atención. Steve disfrutaba ver a Buck hacer cosas tan simples y cotidianas como era el cocinar, pero además de eso, había algo en los movimientos de su amado que lo volvía loco; la rítmica manera en la que movía los brazos al sostener o cortar algo, el movimiento de sus piernas siguiendo el ritmo de la canción en turno y los largos mechones castaños, que a pesar de estar restringidos en una irregular cola de caballo, se movían queriendo libertad.