Sakuatsu

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¿Has escuchado alguna vez sobre la existencia de diferentes realidades?

—¡ATSUMU!

Sobre aquellas muchas realidades que existen, donde en la que vives puedes ser doctor, mientras que en otra un traficante -bueno, no tan así, pero el punto se entiende-...

—¡OMI!

¿Te has preguntado qué es despertar en un lugar desconocido, cuando tú recuerdas estar en tu casa llorando?

—¿Qué mierda?

O... descubrir que aquellas personas que te conocían y eran tus vecinos, ya ni siquiera reconozcan tu existencia.

—Perdón...

Y también, aquellos lugares que conocías, cambiasen.

—Esto no estaba aquí...

Pensarás estar loco, que es una ilusión, solo un mal sueño, una pesadilla de la cual pronto despertarás...

—Disculpe señor, ¿todo bien? —una chica se acercó a alguien de rulos, el chico estaba desarreglado, tenía ojeras, marcas de lágrimas, el cabello despeinado, ropa de la cual ni se preocupó por siquiera combinar, parecía un vagabundo, una persona que vive en la calle...

—Sí... —su respiración se escuchaba entre cortada; había llorado y siquiera ahora paró, por esa razón su respiración sonaba así.

—¿Comió algo? —el chico negó—. Venga, acompañeme a mi casa, le daré algo de comer.

—Tranquila, no quiero nada, estoy bien.

—Por favor— pidió la chica, él negó—; no está en buena forma, déjeme siquiera darle un almuerzo— suspiró y aceptó, la mujer sonrió.

Llegaron a la casa de la chica, dejó que aquel hombre se sentase en la mesa, para luego llegar con la comida.

—Espero le guste y pueda reponer energías— dijo con una sonrisa—. ¿Cuál es su nombre?

—Sakusa Kiyoomi— respondió el de rulos, la chica asintió.

—El mío es Daiki Aki— se presentó la chica—. No quiero sonar como entrometida, pero, ¿por qué lloraba? Se nota en su rostro.

—Recordé a mi novio... Él... él falleció hace dos años— contestó con la voz titubeante—; yo caminaba por la calle, un auto estaba por atropellarme, él me empujó, sin embargo, el vehículo impactó en él— nuevamente lágrimas comenzaron a caer de sus ojos; la chica asintió sin preguntar más.

Sakusa terminó aquella comida y, por obligación de la chica, fue a lavarse la cara para poder refrescarse. Salió de aquel hogar, agradeciendo a esa muchacha.

Siguió caminando sin rumbo alguno, su hogar no existía, y eso era raro, nadie lo reconocía, incluso, los números de sus familiares no eran los correctos, todo era raro, todo fue raro desde que cruzó ese callejón misterioso rumbo a su casa.

Escuchó un cachorro, miró a aquel lado, era de tamaño mediano y corría hacia él, su pelaje era una mezcla de negro con anaranjado, se parecía a su cachorro, aquel que perdió hace tiempo.

—¿Kiyatsu? —ese fue el nombre que él y su pareja le habían puesto cuando lo adoptaron, Kiyatsu... una mezcla de sus nombres. El cachorro lamía su cara, sí, era él, su Kiyatsu siempre hacía eso cada vez que lo veía.

—¡KIYATSU! ¡VEN AQUÍ PEQUEÑO! —esa voz... la recordaba como un niño recuerda que al día siguiente es su cumpleaños, como cuando un adulto recuerda el día de paga, como cuando un abuelo recuerda el día de visita de sus nietos; era de su amor... No, él estaba muerto—. Ven aquí cachorro, lo lamento señor— Sakusa miraba confundido al chico, él estaba muerto, lo vio morir frente a él, no era verdad, era obra de su mente.

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