Sunaosa

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Esto está relacionado con la historia Sakuatsu anterior.

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Recuerda haber estado con su hermano, recuerda haberlo hecho reír, siempre sueña con ese día en el cual se separaron; un barco se acercó, unos pocos tripulantes bajaron a aquel velero, sus caras mostraban maldad, no iban a rescatarlos, tal vez a esclavizarlos. Recuerda que él se resistía, que su hermano intentaba alejar a los piratas, mas, también recuerda cómo fue capturado, con sus manos atadas detrás de su espalda; su hermano lo vio y él negó, era un lenguaje que solo ellos entendían, el capturado le decía al otro "ya no hagas más por mí, ve y salvate tú", su hermano le dio una última mirada de tristeza y se lanzó al mar, impidiendo que los piratas pudiesen tomarlo y detenerlo.

Osamu tenía el alivio de que su hermano estaba a salvo, que no había sido capturado. Buscaba una manera de poder escapar, pero no había, era imposible salir de aquella bodega sin que algún tripulante se enterase. A penas le dan de comer, con suerte ha visto la luz del día, no sabía dónde se hallaba, no sabía cómo y dónde estaba su hermano.

—El chico melancólico— rio otro que fue capturado, Osamu lo miró con el ceño fruncido, no le gustaba que aquel viejo bromeé con la preocupación que él tenía por su hermano.

—El viejo olvidado— devolvió con burla, la persona se enojo, victoria para Osamu.

Alguien fue bajando, se acercó a todos los prisioneros un hombre de gran porte y postura, su cara mostraba seriedad, sus ropas eran de un color parecido al morado, un gran sombrero se hallaba en su cabeza, "el capitán" pensó Osamu. Se acercó a él, analizó a Osamu y sonrió, "joven, será buen tripulante" musitó cuando lo vio, Miya no quería, no quería aportar a aquel barco que hizo que él y su hermano se separasen.

—Ushijima Wakatoshi, capitán del barco, espero seas un gran tripulante, como toda mi embarcación— dijo con una sonrisa, Osamu notó como algunos de los que habitaban con libertad aquel navío desviaron la mirada.

—Ni creas que serviré a este barco que me alejó de aquél que es la mitad de mi vida— respondió con odio, recibiendo una cachetada de parte de Ushijima.

—Una lástima, te veías fuerte— se retiró.

Unos pasos se escucharon, gritos provenían de arriba, ¿qué sucede?, algunos prisioneros miraron esperanzados, ¿por qué?; ¿ese era el sonido de la espada? ¿Quiere decir que arriba hay una verdadera pelea de piratas?

Unos pasos se escucharon, se notaba que venían con rapidez, tres marineros bajaron con una sonrisa de confianza, algunos pertenecientes a ese barco se acercaron para atacar, dos sacaron espadas y comenzaron a pelear, mientras que el restante se dedicó a desatar a los prisioneros, aprovechando que los otros estaban ocupados.

—Vengan conmigo, no les haremos daño— musitó, su tono de voz decía que era de confianza, por lo que Osamu accedió.

Caminaron rápidamente, los dos que quedaron peleando no subieron hasta cinco minutos después de liberar a los prisioneros; era un caos, se veían como peleaban entre marineros, como hasta el capitán era retado al duelo de espadas. Los ojos de Osamu dolían un poco, hace un tiempo no veía claramente la luz del sol; el chico los guió a un pequeño bote, una cuerda había para llegar ahí, así que no hubo mucha dificultad para que todos pudiesen bajar a salvo; al tiempo se vio como llegaban alrededor de unos 8 piratas y se instalaban en el bote, alejándose de ese gran navío.

—Mierda, hace solo una semana ya habíamos liberado a los prisioneros de Ushijima, y ya tenía muchos, ese idiota vive de atacar— musitó quien fue su salvador, otra persona rio, Osamu dirigió su mirada a él y podría jurar que era la persona más bella que nunca vio antes; sus ojos rasgados y de color verde, su cabello castaño y algo largo, su sonrisa hermosa que se formaba mientras reía, ¿acaso era una especie de ángel?

—¿Creen que el capitán sepa qué hacer?, digo, hace un buen tiempo estamos en mar y tenemos a muchas personas a bordo— comentó otro mientras miraba el mar.

—El capitán Sakusa sabrá qué hacer, además, siempre tocaremos tierra, y él siempre dejará a libre elección lo que piensen los rescatados— respondió la persona que tenía la total atención de Osamu.

Un día entero pasó cuando llegaron a otro barco, subieron con ayuda a los prisioneros, luego fueron los marineros, que ya sabían cómo hacerlo; se encontraron frente a un chico de cabello castaño, ojos azules y expresión cansada; este los miró a todos y dijo.

—¿Cómo salió todo? ¿Perdimos a alguien?

—Tranquilo Akaashi, todo fue bien, completamos bien la misión, y Ushijima quedó con un regalo en su prenda.

—Suna— llamó en forma de reclamo aquel Akaashi, así que ese era su nombre, Suna, qué hermoso era.

—Sabes que el capitán Sakusa deseaba hacer eso, no me reclames.

—Está bien; bueno, les doy la bienvenida a esta embarcación, pronto tocaremos tierra, lo que significa que nuestro capitán les da la elección de seguir en este navío como un tripulante, o volver a tener su vida tranquila y segura en tierra firme— dijo Akaashi para luego retirarse de ese lugar; Osamu quería quedarse, quería conocer y estar con ese chico llamado Suna.

Y así fue, cada vez que festejaban, entrenaban, bromeaban o trabajaban, Osamu estaba cerca de Suna, aprendiendo de él, y de paso, conociéndolo.

—Te pareces a alguien que he visto— musitó Rintarou a la luz de la luna, hace unos días volvieron al mar, luego de instalarse 72 horas en tierra. Osamu miró con una sonrisa a Suna.

—¿Cómo la persona a la cual amas en tus sueños?— intentó bromear Osamu, logrando sacar una risa en Rintarou.

—No, idiota; sino como el amor de mi vida— Osamu se colocó nervioso, solía bromear ciertas ocaciones con ese chico, pero le avergonzaba cada vez que llegaban a bromear entre coqueteo— Pero, fuera de broma, siento que sí te pareces a alguien.

—Me parezco a alguien, y él se parece a mí; aunque ahora, lo que llevamos en común es que estamos separados.

—¿Hermano gemelo?— Osamu asintió— Es la historia que...

—Sí, cuando el barco de Ushijima llegó y nos atacó.

—Tranquilo, tu hermano debe estar bien; ay Osamu, no pongas ese feo rostro, que me dan ganas de abrazarte y besarte hasta que olvides la tristeza— dijo Rintarou.

—¿Y por qué no solo lo haces y ya?— Suna sonrió, acercándose y abrazándolo; le encantaba la calidez de Osamu, la energía de este, el humor, la actitud, su cara, su cuerpo, en sí, le gustaba Osamu— Suna, me gustas.

—¿Cómo?— bromeó como si no hubiese escuchado.

—Me gustas.

—¿Qué cosa?

—Me gustas.

—No te escucho— Osamu reía, separó a Suna del abrazo y besó sus labios, un beso tierno bajo la luz de la luna; Rintarou posó su mano en la cabeza del peligris, acariciando aquel cabello.

—Me gustas— musitó al cortar el beso, el más alto sonrió, acariciando, esta vez, la mejilla del Miya.

—También me gustas...

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Puede que más tarde suba otra parte con relación a esto, y tal vez sea la última.

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