Squid game x Sakuatsu
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—Antes de intentar jugar, quiero decir que te amo demasiado, tanto como para darte todas mis canicas sin pensarlo dos veces— habló Atsumu dándole la espalda a su compañero y mirando aquella simulación de barrio que crearon los dueños de aquel juego.
—Yo haría lo mismo, y lo sabes perfectamente— musitó Sakusa Kiyoomi detrás del rubio, Atsumu se giró y negó.
—No lo hagas, por favor, no puedo vivir una vida sin ti.
—Claro que puedes, hace años no me conocías y vivías de lo más bien, solo soy una etapa que pronto pasará.
—Omi, no digas eso, desde que te conocí mi vida cambió por completo, los días que no te veo te extraño con demasía, mi mente solo tiene tu imagen, añorando volver a verte. Mi corazón no podrá superar el perderte, el que te vayas y alejes de mi lado. Así que no digas que estaré bien, porque aquello es lo menos que me va a suceder— replicó Atsumu, dando por fin la vuelta y mirando los ojos de Kiyoomi.
—Eres tan lindo... ¿Te parece jugar al último momento? Admiremos el cielo y el escenario que armaron, recostemonos como si fuesemos pequeños niños que cuentan su día a su amigo, solo que tú no eres mi amigo— Atsumu asintió—; déjemos las bolsas en este lado, nadie las va a tomar, sería trampa y lo que menos aceptan es eso— nuevamente Atsumu asintió, dejando en un pequeño rincón su bolsa y esperando a que Kiyoomi llegase a su lado.
Ambos comenzaron a caminar lentamente mientras Miya hablaba de las maravillas que le encanta de Japón y de Kiyoomi; el de rulos se dedica a asentir y mirar con cariño al rubio. Cada palabra que expulsaba, Kiyoomi la grababa, como si un recuerdo del rubio que estuviese dejando en su mente. Miya detuvo el habla y el paso, contemplando la leve sonrisa que lleva Sakusa y las pequeñas lágrimas que amenazan con salir.
—¿Todo bien? —pregunta acercándose a su rostro y limpiando las saladas gotas.
—Sí, solo tengo miedo de perderte o de no volver a escuchar tu hermosa voz— Miya lo abrazó, su respiración era calmada, aunque por dentro ansiaba poder llorar libremente. Besó con delicadeza los finos labios de Kiyoomi y mostró una sonrisa.
—Siempre viviré en tu corazón, si me mantienes ahí siempre, yo estaré con vida, así que no llores, disfrutemos este tiempo.
Y así lo hicieron, estuvieron alrededor de unos 25 minutos hablando de ellos, de lo que más le gustaba y atrajo del otro, de cuánto era el amor que se tenían el uno al otro.
Eran una pareja que estaba ajena a su muerte, sabían que uno de los dos se irá en cualquier momento, pero decidieron bloquearlo mientras caminaban, desviar todo para ver lo hermoso que es el mero hecho de pasear junto al otro; estos juegos los unieron más de lo que ya estaban juntos, pudieron conocer más facetas del otro; conocieron la angustia de perder al otro tras la noche donde mataron a muchos. Se protegieron, se ayudaron, se amaron, sin embargo, este es el momento de la despedida; les encantaría retroceder el tiempo y no haber decido ser equipo, haber planeado estar con otro, para así no sufrir la perdida de su amor.
Volvieron a aquel lugar donde dejaron sus bolsas, iban a jugar, a colocarse en una pequeña esquina y jugar en ese corto período de tiempo, algo justo para poder sacrificarse.
—Atsu, se me quedó mi sudadera allá, iré por ella— se excusó Kiyoomi, Atsumu lo detuvo.
—Omi, mueve tu bolsa— el de lunares hizo caso, moviendo esta y llegando aquel ruido de bolitas chocando a sus oídos, el rubio asintió y lo dejó ir...
—Atsumu— musitó Kiyoomi, llegando a su lado sin la sudadera que supuestamente debía ir a buscar—; perdóname...
—¿De qué hablas?
Sakusa no habló más y lo besó, un beso tan corto como lo es una levantada del armador, un beso tan corto como suele ser cuando el rematador golpea el balón y este llega al suelo; un beso que demoró menos de lo que dura un saque de as o el tiempo que se tiene para poder servir. Y por más poco que duró, transmitió todo, alegría, amor, tristeza, melancolía, enojo, felicidad, apreciación, arrepentimiento, y mucho más.
Atsumu no entendía, no supo a qué se refirió Kiyoomi con ese perdón, no hasta que se acercó a un guardia y vacío su bolsa, eran piedras, pequeñas piedras que al momento de moverlas, sonaban igual que canicas amontonadas. Miya tenía lágrimas en los ojos y sin demora dio vuelta su bolsa en el suelo, contando veinte canicas que chocaron contra la tierra, negó, una y mil veces; miró a Kiyoomi y este sonreía.
—Está bien si no me perdonas, nadie perdona a un tramposo y mentiroso, no quiero que mueras, sabía que no me ibas a dejar morir así que hice esto antes de todo. Atsumu, te amo...
—Idiota, ¿qué haces? No hagas esto, por favor, te dije que sin ti no sé vivir— quiso gritar, pero no tenía la fuerza para hacerlo, menos cuando vio como el arma de aquel guardia apuntaba a la cabeza de Kiyoomi.
—Da la vuelta, y por nada del mundo te gires para verme, recuérdame como la persona que más te amó en el mundo, y no como un cadáver con balazo en la cabeza.
—¡OMI!
—DA LA VUELTA Y NO RETROCEDAS, SÉ FELIZ.
Miya se giró con los ojos cerrados, las lágrimas no paraban de salir, y él tampoco podía pararlas, el dueño de su corazón estaba detrás de él, a segundos de recibir un disparo.
Escuchó ese retumbar, escuchó como aquella voz que explicaba las reglas de los juegos decía "jugador 315, eliminado". Su corazón dolía, su cuerpo ya ni lágrimas podía generar, no tenía la suficiente fuerza como para seguir caminando y llegar a ese gran dormitorio, así que aquel que tenía un triángulo como figura lo ayudó un poco.
No quería nada -tal vez matarse sí-, el sentido de su vida se acabó, ¿dónde quedó ese "nos casaremos cuando todo esto termine"? O el ¿estaré contigo hasta el fin de los tiempos? Por qué lo dejó solo ahora, sin su compañía no podía estar bien.
Vio una cabellera gris, estaba de rodillas, leyó el número de su sudadera, "211", su hermano estaba allí, eso significa que Rintarou ya no estaba con vida, y Osamu estaba sufriendo como él. Se acercó y tocó su hombro, acción que provocó que la mirada de Osamu se pose en él. Vio la expresión de tristeza y que aquel brillo de sus ojos ya no existía, estaba en la mierda, al igual que él.
—'Samu, lo perdí— siquiera pudo musitar sin que las lágrimas lo vuelvan a dominar.
—Yo también, 'Tsumu— ambos estaban dolidos, su corazón no podía con semejante perdida.
Se abrazaron, dejaron las peleas de lado, solo se abrazaban y lloraban por su querido amor que ya no habitaba en ese mundo; lloraban por esa felicidad que se les fue arrebatada en un estúpido e idiota juego.
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Cortos Haikyuu!!
FanficPequeños cortos de diferentes parejas de Haikyuu!! Pueden pedir por comentarios si quieren alguno. ----- • Los personajes no me pertenecen, sino que a Haruichi Furudate, creador de Haikyuu!! • El dibujo de portada es de @/ii_Enno en twitter • Publi...