El chico del antro

Capítulo XXVI

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Habíamos viajado tarde, así que llegamos a París de madrugada al día siguiente.

Eran las 6... Y yo tenía los ojos hinchados por haber llorado toda la noche, ojeras oscuras y lagañas estorbándome en los ojos... Pero Shisui siempre se mantuvo sereno. Me tranquilizó todo lo que pudo durante el vuelo y se dio la tarea de hacerme sentir bien... Dice que si le prometió a Itachi tenerme "bien", era literalmente a tenerme con bienestar...; sin llantos, miedos ni nada.
Así se ganó mi cariño y confianza... Era un gran cuñado.

Él había preparado guardaespaldas por montones... Como tropas enteras que irían detrás suyo y mío de una forma invisible.

Quería visitar a la familia de Itachi para informarles que íbamos a casarnos y que, por tanto, la mansión la reclamaría él en lugar del hijo mayor del señor Uchiha.
Lo más probable es que fuese a aceptar sin problemas... ya que así, me separaría del hermoso azabache y saldría ganando.

En fin, Shisui me llevó a una de sus casas en París, y me dijo que nos quedaríamos allí en lo que se iba volviendo más cercano a su tío para contarle su historia inventada.

No me molestó... De todas maneras, a mí solo me importaba el resultado de todo eso...
Mi familia.

Estaba en constante comunicación con Itachi, necesitaba hablarle para hacerlo sentir mejor... según Sasuke, que me había dicho que él se puso muy mal luego de mi partida.

Aunque teníamos pocos momentos para coincidir, ya que Japón y Francia tenían 7 horas de diferencia respectivamente.
Entonces, cuando en Francia eran las 3 am, en Japón ya eran las 10... Así que solo podía hablarle de madrugada o temprano en la mañana.
Pero él también me escribía y llamaba frecuentemente.

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Después de estar aproximadamente dos semanas viviendo con Shisui, él por fin pudo hablar con el señor Fugaku.

El Uchiha aceptó la petición de nuestra parte para visitarlo en la finca, así que fuimos y nos preparamos para mentir como nunca...
Necesitábamos sonar muy convincentes, y gracias a que mi "suegro" ya estaba enterado de la estancia de Shisui en Tokyo, no sería tan difícil...
Eso esperaba.

—¿Lista, Izumi?
Necesitarás de mucha fortaleza para fingir y calumniar así a Itachi...

—Lo sé... Eso me duele... pero cuando lo logremos, todo será como deseamos... Voy a casarme con el hombre que amo.

—Así será.

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Mi cuñado hizo que una limusina pasara por nosotros a su casa y llegamos a la mansión Uchiha en una media hora.

Mis suegro ya sabían que yo estaría presente, así que no me sentiría tan mal...
De todas formas, luchaba por controlar mis lágrimas.

Cuando estuvimos en la entrada, recordé la misma escena... cuando Léonard aún estuvo ahí para recibirnos.
Shisui sabía todo eso, entonces su rostro serio pero cálido, cambió a uno serio y molesto.

Itachi estaba enviándome mensajes como loco... Lo más probable es que en Japón haya sido de madrugada.
No recuerdo con exactitud la hora en la que visitamos la finca... lo cierto es que estaba tan preocupada que no me molesté en revisarla.

—Itachi... todo saldrá bien... —Susurré para mí misma mientras veía sus notificaciones llegar una tras otra. Después, suspiré y apagué mi celular llevándolo hasta mi pecho.

Shisui ya había salido del auto, entonces me ayudó a bajar y me mantuvo siempre a su lado... Me hizo sentir muy segura.

El señor Uchiha había salido hasta la entrada a recibirnos en persona, lo que me intimidó un poco... Pero después, tomé la mano de Shisui y lo saludé con firmeza.
No fue tan malo como la primera vez.

—Hola, señor Uchiha.—Saludé con la voz firme y sin demostrar timidez.

—Vaya... Que bueno tenerte de nuevo por aquí.—Dijo con ironía y sin acento alguno.

—Hola, tío.—Saludó Shisui serio.

—Me alegro de que hayan venido ambos...
Pasen, los estaba esperando.

Los tres entramos a la mansión en el clásico salón frío, y nos sentamos en la mesa esperando a que iniciara todo... La prueba de fuego ya había comenzado.

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—Así que... ¿Tan rápido se separaron Itachi y tú?—Dijo con ironía el señor Uchiha.

—Tuvieron algunos problemas...
Las relaciones no siempre funcionan.—Contestó Shisui por mí.

—¿Ah, sí? ¿Y qué clase de problemas tuvieron?

—... Yo me entrometí entre ellos dos para ser sincero.—Continuó el hombre poniendo su brazo alrededor mío.—He venido a reclamar la finca... Vamos a casarnos.

—¡¿Casarse?!—Dijo abriendo los ojos.

—... S-sí...
Conocí a Shisui hace más de un mes, y nos enamoramos profundamente... Más que con Itachi.—Eso me dolió en el alma.

—... Y, ¿por qué decidieron casarse tan rápido?

—Yo le propuse matrimonio a Izumi cuando se embarazó...
Seremos padres, así que solo estoy haciéndome cargo de mi familia.

—¡¿Embarazada?!—Su sorpresa era real.—Vaya... Es una lástima por Itachi... habría jurado que mi hijo en verdad te amaba.—Dijo con sarcasmo.

—Que remedio...
Ahora solo estamos ambos. Incluso estuvimos viviendo juntos desde hace dos semanas aquí, en París.
Las cosas no acabaron muy bien entre Itachi e Izumi, así que no tiene caso seguir insistiendo con el tema...

—Bueno, ¿me dices que esta mujer engañó a mi hijo y que ahora está embarazada de ti?
¿Qué acaso ella no tiene decencia?—No dejó que ninguno de los dos hablara y continuó.—En fin... Supongo que será mejor para Itachi separarse de alguien como tú.—Dijo mirándome fijamente.

—Y para mí también lo es...
Ya no lo soportaba.
Me volví su prisionera a causa de todo esto... Ya no me dejaba ni siquiera ir a la universidad.—Ya había comenzado a mentir.

—... Que pena. Nunca habría imaginado que luego de mis consejos él haya tomado esas medidas contigo.—Dijo intentando no reír... porque además, él sabía perfectamente que no estuvimos saliendo de casa.

—Eso mismo le dije. Cuando fui a verlos, tuve que quedarme con ellos para evitar los abusos por parte de mi primo hacia Izumi.—Se metió Shisui.—... Aunque después de unas semanas, ya nos habíamos cansado... Así que decidí traérmela conmigo.
Claro, eso después de haberme enamorado...

—Es verdad. Por eso, un día donde Itachi salió de casa... Shisui y yo demostramos nuestro amor mutuo. Ahora, espero hijos suyos...

—Esto me parece extraño...
¿Y si llamamos a Itachi para asegurarnos de que no te extraña?—Amenazó tomando se teléfono mi suegro.

—... Ya es de madrugada para él... Pero si quiere hacerlo, no tendremos problemas.
En fin que él ya no me interesa.—Casi se me sale una lagrima, pero respiré hondo y continué firme.

—Bien. Así será... —Dijo por último y lo llamó.