Capítulo XXXI

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Itachi logró traer de nuevo a la ambulancia, y atendieron esta vez a mi suegro...

Mi señor Uchiha entró a la mansión en donde todos estábamos, tomó a sus hijos y los abrazó sin decir nada.

Yo tenía un rastro de sangre en la mano que había olvidado limpiar... No lo había visto.

Todos los presentes aparentaban saber qué pasaba, así que no dijeron nada y de hecho, trataron de no hablar.

Excepto Sasuke. Él se me acercó y me susurró.

—Tranquila, Izumi... Mi padre se lo merecía. Además, ha estado más herido en otras ocasiones. Recuerda que él siempre ha estado metido en trabajos sucios.

La verdad, yo ya estaba acostumbrada a la forma tan extraña en la que mi cuñadito me consolaba, pero está vez, a diferencia de otras... Sí me ayudó lo que dijo.

Me sentía muy mal por haber actuado así, pero ninguno de los hijos ni la esposa de mi suegro se quejaban... Al parecer sabían que se lo merecía. Y de hecho, la señora Mikoto se levantó de su lugar en un momento y, aunque estaba llorando, me abrazó y me dijo.

—Eres una mujer muy valiente... Defendiste a tu hijo de Fugaku.

Itachi se os acercó y también me abrazó.

—Mi amor... Aunque no lo parezca, hiciste lo correcto. No importa cómo, pero lo más importante es proteger a tu familia.

—Pero... Lo herí. ¿Y si le daba en un punto vital?—Mi voz se quebró.

—Igual, habrías hecho lo que te correspondía. Fue la única manera de hacer que soltase a Kai.
¿O habrías preferido que lo mate?

—¡Claro que no!—Continué llorando.

—¿Lo ves? Izumi, solo hiciste lo que debías... Era mi padre o mi hijo.

—¿Él estará bien?

—Lo estará... Tranquila Izu.—Animó mi suegra.—Gracias por cumplir tu promesa de cuidar a mi hijo y a mis nietos.—Sonrió.

Bueno, el ambiente ya no era tan tenso... Pero no podía evitar ver mi mano ensangrentada y recordar la escena de forma traumática una y otra vez.

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Ya era de noche, y mi suegro ya se encontraba mejor... Le habían dado 3 puntadas.  Se encontraba débil, pero estable... Al igual que mi padre.

No tuvimos opción, así que alojamos a todos los invitados en la mansión... Puesto que era bastante tarde como para que se fueran.

Nadie se molestó realmente, mi suegro y mi padre estuvieron en recámaras a parte con un enfermero de la mansión cada uno, mi madre y suegra se quedaron en el antiguo cuarto de Itachi...
En cuanto a Shisui, se quedó con Sasuke. Mis pequeños, Itachi y yo simplemente nos habíamos acomodado en la recámara principal.

La verdad, juraría que esa noche nadie pudo dormir... Para nada alguien podría tener sueño luego de lo ocurrido.

A la mañana siguiente, como a las 6, todos ya estaban levantados... Menos yo, que por supuesto, tenía que quedarme junto a los bebés para alimentarlos en caso de que se despertaran.

Todo era muy silencioso, y solo de vez en cuando Itachi regresaba a ver si necesitaba algo.

Al parecer los dos hombres heridos estaban mejor...

Ya nadie dijo algo más acerca de los incidentes del día anterior... Y era mejor así.

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Por la tarde, tanto mi padre como mi suegro, ya podían levantarse... Al menos, para subirlos a un auto y llevárselos al aeropuerto y a su casa respectivamente.

Nos despedimos de todos... Aunque yo ya no pude siquiera mirar al hombre al que herí.

En fin, mis suegros se marcharon e Itachi se ofreció a llevar a mis padres al aeropuerto. Así fue, todo había quedado resuelto entre nosotros. Y yo... ya no les tenía resentimiento, a pesar de que fuesen bastante estrictos. Supongo que era así porque ya había superado la etapa en donde ellos me perjudicaron.
Al fin me sentía en paz.

Respecto a lo que le hice al señor Fugaku... Él llamó a la policía. Ese mismo día que se habían ido de la mansión, llegó una patrulla a arrestarme.

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—¡¿Qué está pasando aquí?!—Dije desesperada ante los jalones de los hombres que querían meterme a su auto.

—Una denuncia por hechos delictivos de parte del señor Uchiha.—Respondió desganado.

—¡Yo soy el señor Uchiha!—Dijo Itachi molesto. Los detuvo y, hablando los convenció de que quien me llevaría a la celda de detención sería él.
Y... Claro, tuvo que sobornarlos para que aceptaran, también. Porque obviamente no iba a poder escapar de mi castigo e Itachi lo sabía.

—Deben estar a las 6 en punto.—Dijo uno de ellos y se fueron.

Mi azabache me abrazó y respiró hondo aceptando el hecho.

—Izumi... Mi padre ya comenzó con una venganza por lo de ayer... Es increíble.
Pero, si así lo desea... Nosotros también debemos denunciarlo ya.

—... Tengo miedo... Otra vez pasan cosas como estas.
Itachi... Ya no quiero meterme en pleitos con tu familia ni con mentiras, jueces, policías y mucho menos con la cárcel.
¿Dónde quedan nuestros hijos? En casi todo el año de vida que tienen han estado rodeados de estas mierdas y yo... Ya no sé qué hacer para mantenerlos con la seguridad de que no va a pasarles nada... —Mi voz se quebró y me eché a llorar.

—Te entiendo... Yo ni siquiera pude convivir con ellos hasta después de que tuvieron 1 mes de nacidos. Pero, esta es nuestra familia... Y nunca nadie va a poder cambiarlo.
Por más de que estemos separados... Seremos la familia Uchiha.—Me abrazó y me dio un beso en la frente. Sus palabras eran lo que necesitaba... Logré tranquilizarme.

Y bueno, nosotros también denunciamos a Fugaku Uchiha por intento de infanticidio. Obviamente, con las debidas pruebas de nuestras cámaras de seguridad recientemente instaladas en la mansión.

Mi esposo cumplió con lo dicho y hasta las 6 y media yo estaba detrás de unas rejas junto a Itachi, que estaba sentado al lado de esta.

Tendríamos problemas graves puesto que suponíamos que tanto Itachi como su padre, levantarían cargos en su contra mutuamente.

Por cierto, Shisui y Sasuke se quedaron a cargo de Mizu y Kai en lo que estábamos ausentes.

El chico del antro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora