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.—... y pos, así fue como acabé aquí.—Contaba una mujer mexicana que acababa de llegar a París llamada María José.
La verdad, ella me parecía muy simpática, además de que siempre me había causado algo de curiosidad sus jergas y acento con el que hablaban el español, al grado de usar algunas de sus expresiones a pesar de ser japonesa.
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.Habían pasado ya 4 años de mi estancia en la cárcel, y nuestra vida, a pesar de ser muy monótona, tenía nuevas sorpresas... Lindas o trágicas, las había por igual.
Las historias de mis compañeras reclusas me marcaron mucho, cada una con una situación silimilar pero en diferentes circunstancias.
Por ejemplo; una de ellas, una mujer peruana, había sido acusada por tráfico de drogas...
Aunque fue engañada, le habían introducido pequeños rollos de papel que contenían cocaína en sus maletas. Cuando llegó a París, la detectaron y la llevaron presa... Tenía 5 hijos que, para colmo, habían sido abandonados por su padre.En otro caso, una mujer colombiana llamada Laura. Ella sí transportaba droga a propósito, puesto que necesitaba dinero para mantener a su familia... En uno de sus viajes a París, la atraparon con más de 7 kg de cocaína escondidos por todo el cuerpo.
En ambos casos, les dieron aproximadamente 10 años de cárcel... Que injusto.
En fin, muchas cosas sucedieron...
Algunas de mis compañeras se suicidaron, otras ya salieron en libertad, otras... murieron aquí adentro, linchadas. Respecto a las embarazadas, perdieron a sus bebés y se desangraron durante semanas antes de que les acudieran ayuda médica, otras parieron y sus bebés fueron separados de ellas para ser llevados a orfanatos.Entre otros casos atroces.
Afortunadamente, yo fui muy ajena a todos esos actos. Como habíamos pagado muy bien por una celda más segura para mí, las mujeres que me habían tocado en compañía, no eran ni bravuconas, ni tampoco suicidas con intentos fallidos de muerte. Así que todo lo que sabíamos de las demás, eran cosas que se decían en los pasillos o directamente se escuchaban gritos de los pisos subterráneos.
Presencié sucesos traumáticos y muy perturbadores, pero en ningún momento perdí la cordura estando allí. Creo que se debe a que mi familia nunca me abandonó, siempre estuvieron conmigo cada fin de semana... Itachi y mis pequeños nunca faltaron.
Gracias a sus visitas yo podía quedar tranquila al menos hasta la siguiente semana, así que no fue tan desesperante para mí.Y hablando de ellos; Itachi ya tenía 26 años, mientras que Kai y Mizu casi 5. Crecieron mucho... Y ni hablar de Sasuke, la última vez que lo vi hace unos días, ya era todo un hombre. Claro, era obvio teniendo 21 años.
Pero bueno, seguiré contándoles acerca de mis experiencias, aunque esta vez serán personales.
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.Me sentía en un carrusel. Todo era siempre igual... Con cada día más aburrido que el anterior, y todo se reducía a mirar el cielo azul a través del pequeño patio con el que contaba la cárcel, aunque solo se podía comer allí y después te devolvían a tu jaula.
Así que no, después de esa despedida con mi esposo e hijos, nunca más había caminado más de 200 metros hacia algún lugar.
Es por eso que decidí continuar con mis rutinas de ejercicio que mantenía cuando vivía en Tokyo junto a Itachi. Eso le favoreció mucho a mi sedentario cuerpo.Como sea, logré darme pequeños pasatiempos allí. Mi figura se volvió más esbelta de lo que era gracias a mis estrictos horarios de "pesas" con los artefactos que encontraba en mi celda, también con mucho trabajo del tórax y brazos... Mi resistencia trabajaba por sí sola cuando cargaba mi cama para ayudar a mis compañeras a barrer el lugar...
Era extraño, todas tenían buena energía para la limpieza de su sector y yo decidí hacer lo mismo... Bueno, no es que haya tenido algo mejor que hacer.
Mis tiempos eran así solamente... Ejercitándome, platicando con el resto de mujeres, limpiando mi celda y con menor frecuencia y períodos cortos, en la sala de visitas con mis 3 azabaches (y algunas veces también con mi cuñadito y mi suegra).
Parecería una rutina agradable... Claro, si es que fuera solo por unas semanas como máximo. Pero no, yo pasé 5 años enteros así...
Con el tiempo hasta ver los mismos barrotes de la ventana de ese frío cuarto era tan depresivo que me daban ganas de vomitar o arrancarme los cabellos.
Bueno, tranquilos. No hice nada de eso... Es decir, sí fue desesperante, pero justo cuando mis ataques de ansiedad volvían, comenzaban mis rutinas de ejercicio.Sinceramente no sé cómo sobreviví sin un rasguño en ese lugar.
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.Hola, querido lector.
Hasta este punto ya había pasado los 5 años de prisión... Sí, falta poco.¡Cómo desearía estar en la universidad ahora mismo! Ya tendría mi título... Hace mucho.
Puedo decir con orgullo que mi esposo es oficialmente un médico, y está estudiado para obtener una maestría en medicina... Aunque su sueño es conseguir un doctorado en esta, lo cual podrá conseguir con un poco más de tiempo.
Lloré de felicidad cuando me lo dijo en una de sus tantas visitas. Él es alguien a quien amaré hasta la tumba con todo mi corazón.Actualmente, estoy muy feliz... ¡Dentro de unas semanas más estaré es sus brazos! Junto a nuestros hijos en una plazuela comiendo un helado...
Me convertiré en arquitecta luego de retomar mis estudios...
Con suerte me dejarían continuar desde el cuarto año, que fue en donde los dejé. Bueno, ese sería mi último año, así que debía esforzarme por conseguir mi licenciatura.En fin, solo me importaba salir de esa horrible travesía y volver a vivir como debía haberlo hecho.
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El chico del antro
De TodoDescripción: Historia inspirada en acontecimientos reales de la vida cotidiana con algo de ficción y personajes exagerados con el fin de atraer a los lectores. Contenido: 38 Capítulos + 2 Especiales Total ➡ 40 Capítulos Capítulos con extensión cort...