1. EL ENCUENTRO

2K 140 261
                                    

Apoyé mi espalda en un árbol y respiré hondo para tratar de recuperar el aliento. Les había tomado ventaja. Sentía un hormigueo que recorría mis piernas de arriba a abajo y me recordaba lo poco acostumbrada que estaba a correr.

― Joder, tendría que haber hecho más deporte antes de que todo se fuera a la mierda.― me lamenté en susurros.

Pero, ¿quién me iba a decir que el mundo, tal y como lo conocíamos terminaría de una forma tan abrupta y caótica? Miré hacia atrás y empecé a escuchar ese rumor tan característico que creaban esas cosas. Preparé una flecha en mi arco y me situé frente a ellos. No eran muchos, pero sí más de los que había llegado a enfrentar sola. ¿Acaso has estado acompañada alguna vez en estas últimas semanas?, me pregunté a mí misma, irónicamente, y la respuesta vino a mi cabeza cuando lanzaba la primera flecha: no. Llevaba sola quién sabía cuánto, pocos días después de empezar todo me vi sola y desde entonces había perdido drásticamente la noción del tiempo. Al principio me dedicaba a saquear mientras me iba apuntando mentalmente los días que pasaban, luego simplemente dejé de contar y me dediqué a sobrevivir. Si no me fallaban los cálculos debía haber pasado alrededor de dos semanas vagando sola por los bosques de Georgia. 

Era rápida con el arco, aunque no lo suficiente, seguían apareciendo más y más y no iba a ser capaz de aguantar mucho más tiempo. Observé desesperada cómo se acercaban a mí y disparé otra flecha. De repente, un sonido sibilante me rozó la oreja derecha y una flecha de distinto origen se clavó en el cráneo de otro de esos seres. Me giré desconcertada y mis ojos se encontraron con dos hombres de aspecto poco amigable que se acercaban a mí.

― Apártate, pequeña, no vayas a hacerte daño.― me dijo uno de ellos, el que parecía más mayor. El otro me miró directamente a los ojos y me indicó con la cabeza que me apartase.

Me apoyé de nuevo en el árbol tratando de recuperar el aire y observé a los dos hombres, eran rápidos y no temían hacer frente a un gran número de esas cosas. El más joven de los dos, sujetaba una ballesta con sus musculosos brazos y no dudaba ni un segundo a la hora de disparar. Inusual arma para enfrentarse al fin del mundo, me decía mientras me reía interiormente por mi propio comentario, teniendo en cuenta que no era la más indicada para hablar cuando me enfrentaba a ellos con un arco de tiro. 

Acabaron con todos ellos en menos de un minuto y se acercaron a mí. El mayor me miró con una sonrisa burlona en la cara, el más joven permanecía serio y parecía reprocharme algo con la mirada.

― ¿Estás sola?― me preguntó el último con voz neutra.

― Sí.― respondí, bajando la mirada.

― ¿Cómo coño has sobrevivido tú sola con eso?― el mayor miró el arco con desdén y soltó una carcajada.

― Hace años fui campeona de tiro con arco, ya no poseo la rapidez, pero sí la puntería, ¿quieres que te lo demuestre?― lo amenacé con una mirada fría, llena de odio.

― Merle, déjala en paz.― le dijo el otro, poniéndole la mano en el hombro. El tal Merle resopló y se alejó un poco de donde estaba sentada. El otro hombre se agachó para ver mejor mi cara.― Daryl. Y ese capullo de ahí es mi hermano, Merle.― me tendió su mano.

Alcé la vista del suelo y vi la expresión neutra de su cara. Estreché su mano.

―  Sara.

―  ¿Llevas mucho tiempo sola, Sara?― me preguntó, y me pareció ver un brillo de curiosidad en sus ojos.

Sabía que no debía revelar información a nadie que no conociera, puesto que el mundo se había vuelto terriblemente hostil, pero tampoco sabía si algunas de las pocas personas que conocía estaban vivas y además había algo en él, en esos ojos azules, que me hacían confiar aunque fuera mínimamente.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora