13. UNA GRIMES MÁS

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Los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de la tienda. Solté un leve gruñido y abrí los ojos como buenamente pude, aún somnolienta. Daryl ya estaba despierto. Se había incorporado un poco y me observaba atentamente.

― Buenos días, fiera. ¿Has dormido bien?

― Buenos días.― me incorporé para poder verle mejor y asentí.

Me besó con ternura los labios.

― ¿Me permite mi enfermera personal ir a desayunar con ella?

― Tu enfermera va a mirar cómo tienes la herida y entonces dejará que vayas con ella, sí.

Sonrió. Podía imaginar lo contento que estaba de poder salir de ahí, y empezaba a hacerme a la idea de que pronto querría salir en busca de Sophia.

Hice que se tumbase boca abajo e inspeccioné la herida. Todos los puntos habían saltado y, aunque aún tenía la piel algo enrojecida, había cicatrizado casi al completo. Le dolería si hacía algún movimiento brusco, pero ya podía andar y empezar a hacer vida normal. Me hubiera gustado pedirle que siguiera guardando reposo hasta que la piel volviera a mostrar su verdadero color, no obstante no me sentí con fuerzas de pelear con él sabiendo lo mucho que necesitaba levantarse de la cama. Se dio la vuelta, forcé una sonrisa y centré mi mirada en su rostro.

― La herida está cerrada, aunque no debes hacer movimientos bruscos por qué entonces es probable que vuelva a abrirse. Por lo demás, puedes hacer vida normal.

Me abrazó genuinamente y me besó.

Me levanté, me puse una camiseta, un jersey de manga larga y las bambas. Lo ayudé a vestirse, ya que aún le costaba ponerse la parte superior, y observé sus primeros pasos. Tenía las piernas entumecidas después de pasar tanto tiempo encamado, pese a ello, andaba bastante bien. Coloqué el cuchillo en la funda del cinturón y salí tras Daryl. Vigilaba sus pasos mientras andaba detrás de él, buscando la más mínima excusa para pedirle que volviera a la tienda. No encontré ningún pretexto, parecía estar más fuerte que nunca.
En el centro del campamento Carol hacía el desayuno y el resto del grupo se había sentado alrededor de la hoguera. Ayudé a Daryl a sentarse en una silla y me senté en el suelo a su lado. Mi mirada vagaba por los rostros de la gente, hasta que me encontré con el de Rick. Parecía absorto, como si no pudiera sacarse algo de la cabeza. Lori, a su lado, mostraba un semblante mucho más tranquilo. Lo sabe. Desvié la vista, para que no se sintieran observados, y noté que Glenn estaba nervioso, y su mirada viajaba desde la casa hasta el rostro de Dale. Una punzada en el pecho me indicó que algo no iba bien y empecé a angustiarme.

Minutos después, Carol me ofreció un plato con revuelto de huevo y algo que parecía ser panceta. Lo tomé y empecé a comer, aunque no tenía mucho apetito. Daryl a mi lado parecía engullir la comida, quería retomar fuerzas pronto.

El silencio reinaba mientras cada uno estaba centrado en su plato, y solamente se veía interrumpido por el ruido que hacía el cuchillo de Andrea, que había terminado de desayunar y estaba concentrada en afilar su arma. De repente, Glenn se levantó del suelo, se situó en medio del círculo que habíamos formado para comer y nos llamó la atención. Movía nerviosamente las manos, demostrando que lo que tenía que decir no iba a gustarnos en absoluto. Inspiró con fuerza y soltó el aire de golpe.

― El pajar está lleno de caminantes.

Solté el tenedor sobre el plato y miré al chico con escepticismo. A decir verdad, todos habíamos centrado la mirada en él.

― ¿Cómo dices?― mi voz sonó demasiado alta.

― Que el pajar está lleno de caminantes.― repitió.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora