12. DESPUÉS DE LA TEMPESTAD VIENE LA CALMA

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Los rayos del sol bañaban el interior de la tienda. Abrí los ojos perezosamente y miré el rostro que descansaba a mi lado. Acaricié la mejilla de Daryl y él emitió un leve gruñido.


Habían pasado cuatro días desde el incidente con Andrea y las cosas en la granja habían ido cambiando poco a poco. Carl se había puesto en pie hacía un par de días, por fin podía volver a andar después de estar casi una semana entera postrado en una cama, recuperándose de la operación a la que se había tenido que someter. Su madre estaba pletórica ante este acontecimiento, aunque seguía sin saber qué hacer con el bebé que crecía en su vientre, así que Glenn y yo seguíamos preocupándonos por ella, guardando el secreto como buenamente podíamos.
Por otra parte, Daryl había sido trasladado a la tienda que compartíamos dos días después de lo que sucedió. Su recuperación no iba a ser tan lenta como la del pequeño del grupo porque la flecha que se clavó accidentalmente en el costado no perforó ningún órgano ni desgarró ningún músculo. "En unos días más la herida estará completamente cerrada y podrá moverse con mayor libertad", aseguró Hershel, cuando llevamos a Daryl al camastro de la tienda. Me sentía muy agradecida con el hombre por todo lo que había hecho por nosotros desde que Otis disparó a Carl y, sobre todo, por haber tratado a Daryl con la mayor rapidez posible. Estaba muy contenta, nuestra relación había cambiado enormemente desde nuestro primer beso, no habíamos vuelto a pelearnos, y eso que los primeros días no me separaba de él más que para comer y hacer mis necesidades, básicamente me pasaba los días al lado de su cama por si necesitaba cualquier cosa. En muy poco tiempo se había vuelto mucho más abierto conmigo, mucho más cariñoso.
En todo el tiempo que había transcurrido desde el fatídico día, no hubo noticias de Sophia. Shane se mostraba incómodo ante la idea de volver a salir para buscarla; Rick, sin embargo, insistía en que debíamos hacerlo, y más teniendo la muñeca, que encontró el cazador en su expedición en solitario, la cual pertenecía a la pequeña. Cuando Daryl empezó a ganar movilidad, gracias a la avanzada cicatrización de la herida, me atreví a dejarle más tiempo solo para poder participar también en las discusiones sobre ese asunto.


― Tengo que salir ya, o Rick me echará la bronca por no ayudarles.― susurré.

― Quédate un rato más.― remoloneó Daryl, abrazándose a mi cuerpo.

― Es tarde, rey. Además, he estado pegada a ti tantos días que acabarás harto de mí.― reí.

Abrió los ojos y el azul cielo de su iris se clavó en mis ojos pardos.

― No vuelvas a decir eso nunca más. No podría cansarme de ti jamás.― espetó seriamente.

Me acerqué a su rostro y posé un tierno beso en sus labios.

― No te enfades o te saltarán los puntos a causa de la mala leche. Te quiero.

― Te quiero, fiera.

Me levanté, me cambié la camiseta y me puse las bambas. Mi brazo izquierdo seguía teniendo gran parte del derrame que lo adornaba a causa del esfuerzo de tener que sacar a Glenn del pozo de agua, pero el descanso junto al cazador había ayudado a destensar los músculos y reducir el dolor.
Miré a Daryl de nuevo, se había incorporado y me observaba atentamente.

― Pórtate bien. Vuelvo en unos minutos con el desayuno.

― No sé cómo pretendes que me porte mal, si no me dejas.― respondió inocentemente, alzando los hombros.

Noté como el calor empezaba a subir a mis mejillas.

― Ya tendrás tiempo para eso, ahora toca recuperarse.― frunció el ceño ante mis palabras.― Si no le gustan mis cuidados puede pedir que le cambien la enfermera, señor Dixon.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora