Los días habían ido transcurriendo lentamente. Hershel se recuperaba, con mayor paciencia que la que yo había tenido, bajo los cuidados de Beth, Carol y Lori. Cuando por fin pudo levantarse de la cama, le di mis muletas como quien pasa el testigo en una carrera de obstáculos. Era una auténtica alegría para todos nosotros ver al anciano andar de nuevo, aunque nos apenara que lo hiciera en esas condiciones. Tener solamente una pierna en un mundo en el que correr a veces era la única opción de sobrevivir era algo realmente duro de pensar. No quería imaginar qué podía suceder en el momento en que tuviéramos que huir de un gran grupo de caminantes, prefería centrarme en el presente y en el hecho de que el médico poco a poco iba recuperándose y recobrando los ánimos.
Los presos, Axel y Oscar, se habían mantenido alejados de nosotros, cumpliendo así su parte del trato. Ciertamente, no sabía cómo sentirme al respecto, puesto que en cierta parte me sentía mal por ellos. Eran convictos, sí, no obstante, no parecían ser malas personas. A lo largo de los días me fui convenciendo de que tenerlos lejos era la opción más segura para el grupo.Durante esos días, yo me había dedicado a eliminar algunos caminantes de los que se agolpaban en las vallas, junto a Maggie y Glenn, mientras la loba nos observaba atentamente. Daryl, Rick y Jonathan se centraron en reforzar los puntos débiles del alambrado que usábamos de puertas hacia el exterior. El paso del tiempo había deteriorado mucho los muros de metal, y el peso de los caminantes que lo empujaban día y noche hacía que en ciertos puntos este empezara a ceder, aunque no de forma preocupante.
Tras la complicidad que había habido entre el cazador y yo en la expedición al otro módulo, no habíamos vuelto a hablar. Nos manteníamos al margen el uno del otro. No me apetecía entrar de nuevo en una espiral de sobre protección, palabras envenenadas y malas caras. Aunque, a decir verdad, seguía esperando una disculpa por haber dudado de mis capacidades cuando me ofrecí a acompañarles. Vas fina si esperas que te pida perdón Don Orgulloso, me repetí hasta la saciedad. De tanto en tanto, una mirada de las suyas me indicaba que realmente quería acercarse a mí, aunque pasaba tanto tiempo con Jonathan y los demás que apenas había podido estar sola más de media hora seguida.
Una mañana me desperté muy pronto. La luz del sol apenas se había abierto camino en el cielo. Salí de la celda con el arco en la mano, mi mochila y el carcaj en la espalda, el cuchillo en el cinturón y la loba pisándome los talones. Sin hacer ruido, me escabullí entre las habitaciones, abrí la puerta de hierro que separaba el pasillo del comedor, tratando de que el chirrido del metal no despertara a todo el personal, y volví a cerrarla una vez hubo pasado Nya. Cogí una lata de comida y una botella de agua de la cocina y lo metí en la mochila.
Salí al exterior e inspiré el aire matutino. Lo fácil ya está hecho, ahora solamente queda la parte difícil. Lo difícil era escabullirme de Jonathan y T-Dog, que estaban haciendo guardia en una de las atalayas del patio. Con un poco de suerte los caminantes que se amontonaban ante la valla estarían más activos y podría salir por el lateral del módulo sin ser vista.
A lo largo de los días había descubierto algunas zonas de la valla tan deterioradas que fácilmente se podían abrir para pasar por debajo. Uno de esos puntos débiles se encontraba muy cerca de nuestro módulo. Sigilosamente, me dirigí a él y miré a la loba, agazapada al lado de la alambrada.― Pequeña, creo que no vas a poder acompañarme.― ella gimió a modo de respuesta y se preparó para ladrar como protesta.― No, no. No ladres, Nya.― miré hacia la torre de vigilancia donde los dos hombres montaban guardia, suplicando que no hubieran oído nada. Por suerte estaban lejos de nosotras. Suspiré.― Está bien, vienes conmigo, pero no te separes de mí.
La cachorra dio una dentellada al aire a modo de asentimiento. Volví a suspirar y moví la valla. Estaba en tan mal estado que podía levantarse sin esfuerzo alguno. Menos mal que los caminantes aún no han aprendido a pensar. Pasé la mochila y el arco al otro lado, crucé arrastrándome por el suelo, y me puse a vigilar el bosque para asegurarme de que Nya pudiera salir sin que nos sorprendiera ningún caminante. Una vez hubo pasado la loba, cerré de nuevo la valla y la até con una cuerda que llevaba en la mochila.
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My bow girl [Daryl Dixon]
FanfictionEl fin del mundo tal y como lo conocía ha cambiado por completo su vida. Ahora que no le queda nada ni nadie, tiene que hacerse fuerte y adaptarse a este nuevo mundo hostil. Un encuentro inesperado le da un vuelco a su ya de por sí caótica vida. Ell...