21. HOGAR, DULCE HOGAR

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[RECOMENDACIÓN DE LA AUTORA: CANCIÓN DEL CAPÍTULO]*



― Supongo que este sitio está lleno de recuerdos para ti.― comentó Jonathan, mientras se llevaba otro trozo de comida a la boca.

Estábamos sentados en el interior del vehículo. Desde el asiento del copiloto leía una y otra vez la frase que el cazador había escrito en el cristal delantero. Nya dormía apaciblemente en el asiento de atrás.

Reflexioné acerca de todo lo que había pasado desde que llegué al atasco con el grupo.

― Sí, demasiados recuerdos.― respondí.

― Me gustaría escuchar esa parte de tu historia junto a los tuyos. Si quieres, claro.

El boxeador me miraba con una leve sonrisa.

― Pues...― dije, poniendo en orden los recuerdos que evocaba mi mente.― Veníamos de Atlanta. Hacía pocos días que habíamos visto el CDCE saltar por los aires ante nuestros ojos, causando la muerte de una persona de nuestro grupo. Teníamos la intención de llegar a Fort Benning, sin embargo, nos quedamos atrapados en el atasco.― miraba el exterior del coche, como si aún pudiera ver la autocaravana de Dale echando humo.― Mientras buscábamos herramientas para arreglar uno de nuestros vehículos, nos sorprendió una horda increíblemente grande. Fue entonces cuando Sophia, una niña de apenas doce años, se adentró en el bosque, perseguida por dos caminantes. Rick, el marido de Lori y nuestro líder, trató de salvarla, escondiéndola en el arroyo que hemos cruzado al mediodía, pero la pequeña desapareció. Estuvimos buscándola día y noche, sin éxito. En una de las expediciones de búsqueda nos separamos, y Carl, el hijo de Rick y Lori, resultó herido, ahí es donde entró en juego la familia que nos acogió en la granja.― resumí.― No puedo decir que no estuviera contenta de abandonar este lugar, no nos trajo muchas cosas buenas el llegar a la autopista.

Suspiré. Aún recordaba las palabras hirientes que me espetó Daryl, al no estar de acuerdo con mi opinión respecto a la búsqueda de la niña, y los gimoteos y llantos constantes de Carol. Por mucho que lo intentaba, seguía siendo incapaz de entender la actuación de la mujer respecto a la desaparición de su hija. No entendía cómo esa mujer se había cruzado de brazos desde el primer día, limitándose a llorar por las esquinas.

De repente, sonreí. Me sentía con las energías completamente renovadas, como si el haber encontrado un mensaje para mí me hubiera llenado del todo, volvía a mantener las esperanzas. Encontrar a los míos se había vuelto una prioridad en cuestión de horas, y todo era gracias al hombre que comía tranquilamente a mi lado.

― Mañana iré a buscar la moto. Mientras, podrías buscar provisiones por aquí y mirar qué vehículo puedes coger para ti. La gran mayoría están llenos de cosas y aún mantienen las llaves puestas en el contacto, así que solamente habrá que encontrar uno que arranque.― dije, con la mirada perdida en las grandes letras rojas que adornaban la luna delantera del coche en el que nos refugiábamos.

Pasar una noche en el atasco me hacía revivir de nuevo la sensación de alerta de antaño, puesto que aquel sitio me producía escalofríos. Aún recordaba el miedo que pasé al ver pasar los pies de los caminantes cerca del vehículo donde me había escondido y el susto que me llevé al no encontrar a Daryl cerca de mí.

― ¿Estás segura de que quieres ir sola? Por lo que has dicho, este lugar no parece muy seguro.

― Podré apañármelas, además la cachorra vendrá conmigo.― respondí, mirando el asiento trasero.

― Se me olvidaba que ya tienes guardaespaldas.

Nos reímos y seguimos comiendo.

Al terminar, Jon me pidió que descansara un poco. Le hice caso y cerré los ojos.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora