8. REDENCIÓN

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Di gas a la moto y me separé un poco de la caravana de vehículos que nos seguía. No podía alejarme mucho, además, Daryl me habría alcanzado rápidamente. Me gustaba desmarcarme durante unos minutos del resto, me ayudaba a pensar con mayor claridad las cosas.

Al salir de Atlanta, un sentimiento de seguridad había crecido en mi interior, tras haber sido capaz de contestarle con cierta indiferencia a Daryl. Al principio del viaje, me había sentido bien conmigo misma, libre y con las fuerzas renovadas, incluso podría asegurar que me había sentido empoderada. Con el paso de las horas, sin embargo, la culpa se había ido apoderando de mí. No reconocía esa parte vengativa de mi personalidad que había salido a la luz. Había sido una mujer maltratada y vejada durante meses en mi relación con Thomas, sin embargo, nunca busqué que pagase por todo lo que había hecho, simplemente me alejé de él para que me dejara en paz. Así era yo, siempre creí en la bondad y la inocencia, siempre confié en que todas las personas poseían un lado bueno a pesar de las cosas malas que hubieran hecho, hasta entonces. Me estaba convirtiendo en una mujer impulsiva, y empezaba a avergonzarme por el comportamiento que había mostrado hacia Daryl esa mañana.

No había vuelto a mirarle en todo el camino, pese a que trataba de mantener su moto al lado de la mía en todo momento. Intentaba convencerme de que estaba molesto conmigo por haberle dado el lugar de un hermano, sabiendo que, en el fondo, era imposible que le viera como tal.

Tras un par de horas, me pareció ver algo a lo lejos. Por primera vez en todo el trayecto, me atreví a mirar a Daryl. Le hice una señal y nos adelantamos al resto. Volví a darle gas a la moto y corrí hacia lo que parecía ser un tumulto de coches. Unos kilómetros más adelante, supe que la vista no me había engañado, había un atasco de vehículos en medio de la carretera.

― Joder...― maldije en susurros.

Esto debió ser por los ataques de Atlanta, esta gente estaría huyendo cuando vio u oyó las explosiones. Aún recordaba el caos que se había formado en Athens, cuando se corrió la voz de lo que estaba pasando a unas setenta y dos millas de allí. No era de extrañar que la gente que estaba en las afueras de Atlanta se hubiera asustado y hubiera abandonado los vehículos en medio de un atasco para alejarse lo máximo posible, aunque fuera andando, de la ciudad.

― Tenemos que volver atrás y avisar al resto.― me gritó Daryl, sin bajar de la moto.

Asentí y dimos la vuelta, no obstante, los demás se habían acercado antes de lo que esperábamos y estaban ya a pocos metros de nosotros. Daryl retrocedió con la moto para hablar con Rick y Dale, que analizaban la situación desde el interior de los vehículos. Cuando volvió a mi lado, me comentó que no había otra opción, teníamos que intentar cruzar porque no disponíamos de suficiente combustible como para dar la vuelta. Acepté y nos pusimos en cabeza, buscando siempre los huecos por los que podía caber la autocaravana. En ese momento, Dale se detuvo. Observé por el retrovisor, esperándome lo peor, y vi como el capó de su vehículo volvía a sacar humo. ¡Mierda! Empecé a ponerme nerviosa, no me gustaba nada la idea de tener que quedarnos tirados en medio de un atasco de coches, muchos de ellos podían estar ocupados por caminantes, asimismo, la carretera estaba rodeada por un bosque espeso.
Volví atrás y paré la moto.

― La manguera del radiador, otra vez. Ya no me quedan recambios, así que tendremos que detenernos y buscar entre los coches.― Dale se mantenía calmado, pese a la situación.

― Si aquí no encontramos un manguito...― comentó irónicamente Daryl, y empezó a buscar en el coche más cercano.― ¡Hay de todo!

― Es un cementerio... no sé si me gusta mucho la idea.

Sabía que Lori se refería al hecho de rebuscar en las pertenencias de otras personas, pero mi instinto de supervivencia era más fuerte que el cargo de conciencia, al fin y al cabo, la vida en ese nuevo mundo apocalíptico se trataba de eso: sobrevivir.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora