9. UN SUEÑO TRUNCADO

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Llevábamos horas caminando, peinando todo el terreno de vuelta a la autocaravana por si habíamos pasado por alto alguna señal sobre la situación de Sophia. Nada, no había ni rastro de la pequeña.
Me dolían los pies y se me había acabado el agua hacía algunos kilómetros. Mi mayor deseo era encontrarla y volver a la carretera con Dale y T-Dog (y con las garrafas llenas de agua que habían encontrado Shane y Glenn, claro).

― ¿Cuánto falta?― Andrea parecía realmente cansada.

― Estamos cerca. Deben quedar unos noventa metros caminando en línea recta.― contestó Daryl, ensimismado.

― Joder...

No me di cuenta de que Carol se había ido alejando de nosotros poco a poco, hasta que oí sus gritos.

Todos nos miramos alarmados y, sin pensarlo, corrimos hacia donde provenía el ruido. Estaba siendo atacada por un caminante y trataba de apartarlo, sin mucho éxito. La había tirado al suelo y no disponía de la fuerza suficiente como para deshacerse de él. Cuando quisimos reaccionar ya tenía encima a un caballo y su amazona. La chica derribó al caminante con un golpe de bate, no lo suficientemente fuerte como para acabar con él, aunque sí como para dejarlo en un estado parecido al de la inconsciencia.

― ¿Lori Grimes?― preguntó, alterada, mirando a Carol y sin bajarse del caballo.

― Yo soy Lori.― se adelantó unos pasos la susodicha.

― Me envía Rick. Ha habido un accidente, Carl está herido por un disparo.

Nos quedamos en shock.

― ¡Tienes que venir conmigo, ahora! ¡Está vivo, pero te necesita!

Lori cambió el semblante de asustada a decidida.

Esa mujer era una completa desconocida para nosotros y yo sabía que no podíamos fiarnos de nadie que no fuera de nuestro grupo, pero sabía los nombres de los Grimes, además, esa historia explicaba el disparo que habíamos oído hacía unas horas.

― No irás a subir a ese caballo, ¡no la conocemos!

Daryl trató de razonar con ella, pero no había nada que pudiera hacer, se había activado la respuesta de defensa de Lori, y no iba a detenerse hasta que viera a su hijo. Le cogí del brazo mientras seguía pidiéndole que permaneciera con el grupo y que volviera con nosotros a la carretera.

― Daryl, debe hacerlo. No solo por Carl, sino por ella.― susurré a su lado, aún cogida a él.

Tras mis palabras, pareció relajarse un poco. Desconfiaba de la desconocida, a decir verdad todos lo hacíamos, no obstante, entendió que Lori necesitaba ir y ver con sus propios ojos a su hijo.

― ¿Estáis en la carretera donde hay ese gran atasco de coches?― preguntó la amazona.

Glenn asintió, aún anonadado por la situación.

― Bien, entrad por el camino de Fairburn, nuestra granja está a tres kilómetros, veréis el buzón, pone Greene.

Diciendo esto, espoleó las riendas del caballo y se alejaron al galope. Nos miramos sin saber qué hacer o qué decir. Carol seguía tirada en el suelo, a pocos metros del caminante que la había atacado. Andrea se apresuró a ayudarla a levantarse, cuando el zombi se incorporó volviendo a hacer el característico murmullo. Me puse el arco a la espalda rápidamente y me acerqué a él, sacando el cuchillo que llevaba en el cinturón.

― Tú calladito.― le espeté mientras le apuñalaba el cráneo.

Observé los rostros desencajados por la sorpresa de los demás. Sí, tenían razón en no entender qué había pasado porque todo había sucedido como si hubieran apretado un botón de cámara rápida, sin embargo, yo entendía a Lori. Esa forma de actuar era la que yo esperaría de una madre. El sonido del disparo volvió a mi cabeza. Si hubiéramos vuelto atrás... Me repetía una y otra vez, aunque en el fondo sabía que nada habría cambiado. Habría sido difícil determinar la ubicación exacta, además, tampoco habríamos podido hacer nada por Carl.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora