4. MERLE

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Tenía el arco entre mis piernas y la mirada fija al frente. Rick conducía la furgoneta a toda velocidad. Miré la mano de Daryl, que seguía entrelazada con la mía, desvié mi mirada hacia su rostro, mantenía una expresión neutra.

― Lo vamos a encontrar, ya lo verás.

Intenté, sin conseguirlo, que mis palabras demostraran calma. Daryl apartó los ojos de la carretera y me miró. Su expresión no cambió, parecía que me miraba sin verme realmente, sus ojos tenían un semblante hosco y estaban anegados en lágrimas. Volvió a mirar la carretera.
No me gustaba verlo así, pero tampoco sabía qué podía hacer o decir para templarle los nervios.

Durante los primeros minutos del trayecto, Glenn nos contó mejor cómo había ocurrido todo. Fue él quien encontró a Rick en una calle principal de Atlanta, rodeado por una horda de caminantes. Este se escondió en un tanque militar. Lo ayudó a escabullirse de la horda y lo llevó con el resto del grupo que estaba de expedición con él. Cuando se presentó, Merle había empezado a incordiarle. Recordé entonces cómo, en algunas charlas con Merle, me di cuenta de lo poco que le gustaban los agentes de la ley, pude imaginarme la serie de comentarios jocosos le podía haber hecho a ese desconocido vestido de sheriff. Después de eso, Merle hizo demasiado ruido y hasta intentó atacar a T-Dog. Fue en ese momento cuando actuó Rick, derribándolo y esposándolo a una tubería. No hubo más intención que la de contenerle. Los planes se torcieron. Las puertas acristaladas del edificio estaban cediendo ante una horda numerosa de caminantes y, cómo estaban en la azotea, debían buscar un sitio de la planta baja por el que huir. Obviamente, el cristal cedió mucho antes de lo que habían imaginado, y todo se precipitó. Fue el mismo T-Dog quien se ofreció a subir a la azotea y desatarlo, pero tropezó y la llave de las esposas cayó a uno de los desagües, justo delante del desesperado Merle. Tuvo que dejarle ahí, o no habría salido con vida. No obstante, antes de huir, cerró la puerta y la aseguró con cadenas para que los caminantes no pudieran atacarle.

T-Dog escuchaba cabizbajo. Claramente, se culpaba y la actitud de Daryl le daba miedo, no sabía si en algún momento arremetería contra él.

― No quería que pasara nada de esto. Lo siento.― dijo Rick con los ojos puestos en la carretera.

Un calor me invadió el pecho, una rabia incontenible iba creciendo en mí. Solté la mano de Daryl y apunté a Rick con el dedo índice.

― ¿Que lo sientes? Ya puedes estar rezando para que Merle siga vivo en esa azotea, porque si no es así ni Dios podrá salvarte, maldito hijo de puta.

Quise golpearle, pero Daryl me cogió el brazo antes de que lo consiguiera. Glenn, que estaba sentado detrás de mí, puso una mano en mi hombro. Tenía los ojos anegados en lágrimas, sin embargo me prometí que no lloraría, esta vez no. Se había acabado. La Sara dulce y confiada había dado paso a una mujer combativa y, sobre todo, vengativa. Era incapaz de ver con buenos ojos a Rick. Cuando llegó al campamento y contó lo que había pasado, traté de entenderle por qué sentía que debía hacerlo, por Lori. En ese momento solamente era capaz de pensar en Merle, rezando a un Dios en el que no creía para que siguiera vivo. "Hermanita", recordé en ese momento y apreté los puños sobre mis piernas.

El silencio se adueñó de la furgoneta en lo que quedaba de trayecto. El sol había bajado en el cielo. Hemos salido muy tarde del campamento, tendremos que pasar la noche en Atlanta. Y todo por culpa de este imbécil. No era capaz de pensar con claridad, todo lo que me venía a la cabeza eran imágenes de Merle antes de que nos uniéramos al campamento.

Una hora después llegamos a las afueras de Atlanta. Aparcamos la furgoneta en las vías del tren para no hacer ruido, la ciudad era sumamente peligrosa, en ella se habían congregado cientos de caminantes y llevábamos muy pocas armas. Me puse el arco a la espalda, junto al carcaj, y me aseguré de que el cuchillo seguía en la funda que llevaba atada al cinturón. Miraba absorta la ciudad cuando Rick volvió a hablar.

My bow girl  [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora