Léa se encontraba en la cocina, cubría tres trozos de hielo con forma cuadrada dentro de una pequeña manta de tela, con un estampado de uvas. La llevó hacia el pómulo de Tyler que estaba algo hinchado, al rozarlo con su piel éste se quejó.
—Lo siento —habló en voz baja, mirándolo de reojo.
—Quizás lo merecía… —dijo al suspirar, juntó sus manos a la altura de su estómago.
—¿Por qué lo dices? —interrogó confundida mientras lo atendía.
—Dije algo que no debía, y le molestó, no creí que actuaría de esa forma… —Léa lo observó atento mientras dejaba la manta mojada sobre la mesada, él bajó la mirada y con un tono de voz inocente comentó—. Le dije que debería de admitir que le gustas y…
—¡¿Qué?! ¿Que le gusto? —preguntó riendo.
—Déjame terminar… —La miró, y resopló mostrándose preocupado—. Le advertí que si no daría el paso, yo me atrevería —inventó, queriendo dar una mala impresión, solo actúo tímido.
—No comprendo…
—Me gustas, Léa, y creo que a Noah también, por eso me golpeó porque no quería que yo lo confesara…
—¿Qué? —insistió—. Tyler… Somos amigos…
—Lo sé —se apresuró a decir—. No me preocupa si no es correspondido, me preocupa Noah y su agresividad, se convirtió en otra persona, viste cómo reaccionó…
—No sé qué pensar, Tyler, discúlpame pero no puedo asimilarlo… —habló tomando su cabeza, y mordiendo la uña de su pulgar con nerviosismo.
—Tranquila, me iré… No quería decirlo de esa forma pero me temo que no tuve alternativa —dijo, y con la mirada sobre el suelo caminó lentamente hasta perderse tras la puerta.
Estaba anonadada, nunca antes había considerado sus sentimientos por Noah, todo había pasado muy repentinamente y para ella solo eran amigos, se dejó convencer de ello, y realmente no sabía siquiera si era del todo cierto. Recordó su rostro nervioso cada vez que la veía, y su actitud extraña al hablar de su pasado.
Ya nada era igual dentro de su mente, ahora su amigo tenía sentimientos encontrados y sonaba sincero, de todos modos no estaba convencida.
✎ . . .
—¿Estás seguro de que no quieres revisarlo? —preguntó viendo su rostro con un raspón en su mejilla.
—Solo quiero entender… ¿Por qué este libro me hizo quedar como un tonto? —interrogó sonriendo, evitando su pregunta.
Rió y negó con su cabeza.
—En la dedicatoria el autor confiesa que quería que solo los atentos leyeran su libro…
—Eso no me hace sentir mejor. —La miró y rieron, ella le arrebató el libro y comenzó a buscar entre sus hojas—. Pensé que no lo habías leído…
—No, pero soy muy curiosa —aclaró sonriente—. Quirón… —dijo mientras buscaba entre las páginas con diversas ilustraciones—. Quizás sea un ser mitológico. Tiene que estar escrito, creo haber oído ese nombre antes…
La chica fue interrumpida por un golpe proveniente del exterior, ambos observaron hacia la puerta y él se acercó rápidamente; al quedar frente al pasillo, observó a su izquierda y pudo ver a Léa tendida en el suelo, cubriendo sus orejas, sin ejercer sonidos.
—¡Léa! —gritó alterado y la tomó entre sus brazos.
—¡¿Llamo a emergencias?! —preguntó cubriendo su boca, estaba asustada.
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Hallarnos sobre el abismo
FantasíaUna novela realista... O casi. Fantasía en un mundo cotidiano. En los años dos mil, dos jóvenes que se vieron obligados a separar sus caminos, vuelven a encontrarse luego de un año. Y ya no son los mismos, aunque ella no lo sepa. Noah, debe ser capa...