Hacía varios días que Noah y Léa no iban juntos a la facultad, no porque estuvieran enojados, solo no coincidían o ya se habían acostumbrado a estar en soledad durante el camino de ida, y vuelta, claro. Aunque ninguno lo notó hasta que ese día que se sentía más denso por el clima otoñal salían a la misma vez de los portones oscuros. Se observaron y no pudieron contener una amena sonrisa, aunque amigable. Todo estaba bien entre ellos, justo en ese instante al menos.
Ella no le había comentado nada acerca de el tema de sus padres, ni mucho menos que había necesitado de su compañía la tarde anterior, no lo admitiría, creía que no tenía el derecho aunque él le había dicho muchas veces que contara con su ayuda cuando lo deseara. Noah, por su parte, iba distraído, ya había logrado olvidarse por un momento de su frustración en cuanto al tema delicado, solo tenía su mente enfocada en ese examen en el que le había ido pésimo y apartar el recuerdo de su crisis de ansiedad.
Al llegar se separaron dejando un beso fugaz en sus mejillas; aún le resultaba difícil no besarla como antes, ni tomarle la mano en la caminata, o dejar que ella sostenga su brazo entre el suyo como si no pudieran caminar sin seguir el ritmo del otro. La notó con una actitud distante, a pesar de su silencio, seguía conociendo algunas de sus actitudes, sabia que algo estaba mal pero no se atrevió a preguntar.
Pasaron las horas y recibió la nota que tanta tensión le generaba, unas manos dejaron sobre su mesa una única hoja; lograba ver su letra en ella, había tenido que escribir con una imprenta más pequeña que la que utilizaba desde siempre, pero no le cabía en los escasos renglones si no lo hacía de esa manera. Mordía su uña, la del índice, con nerviosismo, todos observaban sus resultados y suspiró disgustado. Alzó la mirada hacia un extremo del papel, estaba algo deshecho por un doblaje involuntario. Lo deslizó hasta tenerlo bajo sus ojos, y con un bolígrafo color verde claro se leía un número aceptable, lo suficiente como para darlo por aprobado. Sonrió aliviado, después de todo lo que había tenido que afrontar en ese baño, le había ido bien, no como se había propuesto, pero al menos se quitaba un peso de encima.
Coincidieron varias veces con la mirada pero ninguno se acercó, Léa estaba con un grupo de chicas que charlaban sobre algo a lo que no prestaba atención, estaba sentada en un banco, con expresión de amargura, no era un buen día, además, no comprendía un tema sobre una materia y eso la enfadaba con facilidad. Noah, por otro lado, estaba junto a Olivia, ella estaba contenta porque vería a Víctor después de unas semanas en las que había salido de la ciudad por su trabajo. Notó que su amigo no le prestaba la atención necesaria y resopló algo irritada.
—¿Qué sucede? —preguntó, viéndolo y desviando su mirada hacia la joven de cabello oscuro y ondulado.
La miró atontado.
—Nada… —dijo y al verla bajó la mirada—. Perdona, no quise ignorarte.
—Noah, yo me alegré por tí cuando me contaste acerca del logro del día —dijo, haciendo énfasis en sus últimas tres palabras, suspiró—. Te estoy comentando algo que es importante para mí y no me escuchas —concluyó, molesta por su desinterés.
—Lo sé —admitió con un tono de voz suave, volvió a observar a Léa, que se levantaba y se alejaba apresurada del lugar.
Notó que no había cambiado su actitud, rodó sus ojos.
—Está bien, veré si puedo divertirme con mi libro de cálculos —dijo, irónica mientras se levantaba—. Si tanto te intriga saber qué le pasa, síguela y deja de perder el tiempo fingiendo que me oyes.
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Hallarnos sobre el abismo
FantasyUna novela realista... O casi. Fantasía en un mundo cotidiano. En los años dos mil, dos jóvenes que se vieron obligados a separar sus caminos, vuelven a encontrarse luego de un año. Y ya no son los mismos, aunque ella no lo sepa. Noah, debe ser capa...