Caminaba con pasos distraídos por el camino de tierra seca, su mente le insistía en terminar con toda la tensión, su espalda le dolía y podía ver a Léa a unos centímetros de distancia ya que lo superaba en velocidad. Ella, estaba nerviosa, la avergonzaba lo que había pasado, pero no se arrepentía. No podía mirar a Noah a los ojos cuando había intentado besarlo y no sabía lo que él sentía por ella.
Eran amigos, siempre lo habían sido según él y estaba a punto de estropearlo. De repente, la distancia entre ellos se acortó, lograba oír sus pisadas sobre las pequeñas piedras del suelo y sus puños se formaron para descargar la adrenalina de su corazón. La joven se detuvo al sentir como su muñeca era tomada con suavidad.
La vio voltear con lentitud, su cabello cubría su rostro por la brisa molesta, apartó cada mechón y la observó con seriedad. Ella fijo sus ojos celestes en los suyos, compenetrando perfectamente; sus frentes alineadas, sus pechos agitados. Deslizó su palma por el brazo de Léa hasta llegar a su mano y entrelazar sus dedos con fuerza, pero sin dejar de flecharse con ternura mutuamente. Ella humectó su labio inferior con temor, su pulso acelerado podía escucharse a través de sus oídos y el cabello de Noah bailaba junto a sus largas pestañas, se veía muy apuesto.
Soltó un último suspiro y miles de recuerdos atravesaron su mente antes de arriesgarse y lanzarse por el precipicio. Con su mano libre sujetó su mejilla ardiente y sus labios se sumergieron en las más dulces profundidades. La chica parecía indecisa pero al sentirlo más cerca que nunca se dejó llevar, comenzando a sentirse como en un cálido hogar, en donde sus sentimientos eran protagonistas y solo cumplían con sus deseos tardíos. Tomó a Noah por su nuca, acariciando su cabello, y sonrió dejando ver su dentadura.
Cuando se separaron, juntaron sus frentes en completo aislamiento. El viento provocaba que la arena volara por el ambiente y los árboles se movieran como si fueran a derrumbarse. En el medio de la calle, sintiendo la frescura, el sudor y la calma.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó ella mientras sonreía.
—Un gran alivio —reconoció algo emocionado.
Que Léa haya correspondido su acción tan arriesgada lo animaba. Había estado cerca de ella por mucho tiempo y cuando por fin pudo volver a sentirla a su lado, con esa bonita conexión, pudo percibir como todo ese malestar desaparecia; estaba libre de cadenas.
—Realmente no esperé que hicieras eso… es decir…
—¿Qué sientes por mí? —preguntó él con su voz ronca.
Lo miró expectante, a Noah le temblaban las piernas. Quería saber su respuesta, no pretendía ilusionarse con un regreso, no si ella no sentía lo mismo. Se estremeció cuando Léa se acercó nuevamente y acomodó su cabello revoltoso.
—Me gustas, Noah.
Le resultaba extraño decirlo en voz alta. Se sentía atraída por él, hacia mucho tiempo tenía esos sentimientos a flor de piel, pero nunca se había atrevido a demostrarlo o a reconocerlo. Al oírse se sintió plena, y llena de fortaleza. Se aproximó y terminó su confesión con un beso más lento, dándole un cierre con un suave abrazo.
Caminaron hasta llegar a la casa. Aún no tenía el valor para devolverle la pregunta. ¿Qué sentía él por ella? Si antes eran amigos, ¿Noah estaba enamorado y ella lo había rechazado? ¿Nunca se había declarado? ¿O esos sentimientos habían surgido desde que volvieron a encontrarse?
Al llegar a la vivienda, él la detuvo. No ingresaría a su lado ya que le había dicho a Olivia que la visitaría esa tarde.
Iba a despedirse, y a aclarar sus dudas. Sabía que Léa había estado considerando todo durante el camino de regreso, y no quería dejarla así, pero tampoco le diría la pura verdad.
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Hallarnos sobre el abismo
FantasyUna novela realista... O casi. Fantasía en un mundo cotidiano. En los años dos mil, dos jóvenes que se vieron obligados a separar sus caminos, vuelven a encontrarse luego de un año. Y ya no son los mismos, aunque ella no lo sepa. Noah, debe ser capa...