26 - Cuentos de amor🌻

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—¿Tyler, uno de ustedes? —preguntó la mujer con interés.

Asintió, y bajó la mirada por un momento, con cierta duda.

—¿Sería posible que los sentimientos puedan ayudarlo a dominar a esa criatura?

Noah le había contado todo sobre Tyler a sus amigos, inclusive, los problemas que había tenido con él en el pasado. Pudo notar a Léa sorprendida mientras lo relataba, y a Olivia sonriendo con pesar actuando como soporte. Ahora, estaba con Alba en la sala, aunque aún fuera estresante y extraño, necesitaba hablar con ella, de cierta forma, la echaba de menos. Luego de comentarle todo lo ocurrido, evitando la mirada de Léa en todo momento para no ponerse nervioso, pudo formular preguntas y recibir sus ansiadas respuestas.

—Eso depende de lo que uno mismo crea.

—Él mantuvo una relación con una chica… Alexa —esta vez Léa fue quien habló, con su vista sobre sus manos—. Ella nos dijo que se querían, y luego de la tragedia no volvieron a verse. Tal vez, ella sea la clave.

—Podrían intentarlo, más bien, deberían —aclaró con seriedad—. Es muy peligroso, el ser que lleva dentro  podría apoderarse por completo, y allí, tendríamos un problema monumental. Ustedes son los únicos que saben lo que le sucede, por ende, tienen la posibilidad de salvarlo.

Luego de dar por finalizada esa conversación, Alba se despidió de ambos ya que debía ir a trabajar, y según ella, era un día muy exigente en su local por ser el último día de la semana.

Léa subió las escaleras con prisa al notar que habían quedado a solas en la cocina. Noah, no quiso perder la oportunidad de hablar con ella. Imitó sus pasos hasta verla ingresando al pasillo. Estaba de espaldas, caminando de prisa, como si intentara huir de su presencia, cuando él solo quería tenerla cerca.

—Imaginé muchas veces este momento en mi mente, pero ahora que lo vivo en carne propia, duele mucho más —dijo con su voz rota, apoyando su cuerpo sobre la áspera pared.

Detuvo sus pasos de repente al oírlo. Sabía que la estaba siguiendo, pero no esperaba que le hablara de ese modo.

—La realidad golpea, lo hace sin importar los daños que deje. —Volteó lentamente, formando sus puños—. Deberías saberlo más que nadie.

—Lo sé. —Miró hacia el techo, la luz era tenue y amarillenta—. Pero eso no significa que deba aceptarlo.

—¿Y qué pretendes que pase? —interrogó con indiferencia. Mantuvo las distancias—. ¿Qué deje de hacerlo?

—Que alejes a tu orgullo y te permitas razonar.

—No es orgullo, es dignidad.

—Eso es un invento de la sociedad. —Negó con su cabeza, mordiendo su labio inferior—. Solo es un pretexto para no hacer cosas que realmente quieres hacer con la finalidad de  protegerte de las supuestas malas consecuencias.

Cerró sus ojos con fuerza, sintiendo sus pestañas molestar, caminó hacia él, hasta quedar a unos pocos metros.

—Sea lo que sea, no puedo dejar de evadirte.

—O no te lo permites —corrigió, viéndola con neutralidad.

—Como no me permitiste saber la verdad antes de romper mi corazón —murmuró mirando al suelo, sintiendo arder sus mejillas y sus palmas por la presión de sus dedos.

Llevó sus manos a su rostro, dejando su postura firme, suspiró y rascó su cabello. Intentó acercarse más pero ella no se lo permitió.

—Déjame enmendar mi error, Léa. Podría recoger cada pieza caída, estaría dispuesto a todo por verte sanar.

Hallarnos sobre el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora