22 - Erupción🌻

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La noche recaía rendida ante las estrellas que ese día se ocultaban detrás de las nubes imitando los secretos que rondaban por doquier.

Noah, ingresó a la casa cantando una melodía mediante susurros, jugó con las llaves de la puerta en sus dedos y las dejó en su bolsillo al ver a Léa sentada en el sofá. Estaba extraña, miraba al suelo, y su cabello cubría su lindo rostro. Se detuvo frente a ella, a unos pocos metros y le habló desde allí.

—¿Cómo estás? —preguntó ingenuo, intentando coincidir. Algo no andaba bien.

Ella alzó la vista, dejando al descubierto sus ojos rojos e hinchados por su llanto que aún guardaba reservas. Su cabello despeinado y húmedo daba señales de preocupación, de pesadez. La observó atónito por un instante, no era la misma chica que había abrazado hacia unas horas.

—¿Qué ha pasado? —insistió con un tono lleno de confusión.

Inhaló llenando del aire fresco sus pulmones, posó sus manos en sus rodillas y mantuvo erguida su espalda, para luego fijar su mirada en él.

—¿Me quedaba bonito ese corte de pelo? —interrogó angustiada, recordando aquella imágen—. Es decir, estaba igual al que llevo ahora mismo, pero en ese momento lo tenía mucho más largo… —Negó con su cabeza varias veces—. Fue dulce el intercambio de flores…

Noah analizó cada palabra, intentó buscar su expresión, estaba seria, con cierta densidad en sus párpados, presionaba sus piernas con rencor. Inmóvil quedó al saber que estaba describiendo un recuerdo, de una tarde, de un aniversario.

Muchas preguntas pasaron por su mente, no comprendía, ¿lo había recordado todo? ¿O solo había sido un destello? Estaba agitado, sudaba y tomaba su pecho con nerviosismo. No supo qué responder, sus cuerdas le fallaron.

—Ahora sé que no fue un sueño, fue un recuerdo… —Se levantó, poco a poco, se acercaba a él—. Un recuerdo bastante íntimo.

—Léa…

No pudo continuar. Ella cerró sus ojos con frustración y se aproximó, fue la que cortó ese silencio.

—Pensé que era parte de mi imaginación, cuando dormimos solemos imaginar, volar, sentir diferentes cosas… ¡Yo creí que había creado esa ilusión para complacer a mi mente! Pero resulta que fue real, solo que no lo recordaba… —Se paró frente a él, fulminándolo con la mirada—. Dime, ¿por qué lo hiciste?

Quiso hablar pero no pudo, se sintió arrinconado, con una soga rodeando su cuello, quitándole el oxígeno. Cerró sus ojos con frustración.

—Yo… no… —suspiró con pesadez, tragó saliva abruptamente—. Déjame explicarte.

—¿Qué debes explicarme? —interrogó tratando de intimidarlo—. ¡¿Que me mentiste?! ¡¿Que fingiste ser mi amigo todo este tiempo?!

Oprimió sus labios con fuerza, se tensó al instante. Apretó sus dedos en sus palmas, formando puños que le quemaban la piel. No podía dejar de temblar.

—¿Cómo lo supiste? —fue lo único que pudo formular, luego de soltar el aire caliente por su nariz.

Ella sonrió llena de amargura, y posó su mano sobre su cadera para luego dar un giro sobre sí.

Hallarnos sobre el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora