No supo si pasaron horas o solo unos minutos, pero oyó un ruido brusco en la puerta que estaba frente a su habitación y segundos más tarde sonidos de pasos en el piso inferior.
Tomaba su cabeza con furor, a su lado yacía una maleta solo faltaba llenarla con su ropa. No sabía qué hacer, pero inconscientemente había comenzado a sacar sus prendas de los cajones y al analizarlo había devuelto todo a su sitio.
Todo había pasado, de un momento a otro su oscuro secreto salía a la luz, impactando en su rostro cegando su visión. La bomba había explotado, y traía consigo el desastre.
Caminó por su cuarto, su cabello ya le dolía por los pequeños tirones nerviosos y sus pies estaban cansados por sentir su densa energía. Estaba perdido pero a su vez, sentía el puño de la cruda realidad. Sabia que no duraría para siempre, y no quería que fuera así. Pero le arrebataron la posibilidad de confesarlo por su cuenta, las palabras no salieron de su boca como lo había planeado, lo habían reemplazado y eso había empeorado las cosas. Había dicho la verdad, de alguna forma había descargado su rabia y tristeza, pero ya no recordaba con claridad lo que había escupido por la euforia del instante.
Escuchó un ruido abajo y se sobresaltó, podría ser Alba pero por si acaso bajó a paso temerario, Léa estaba en su habitación, podía oír la música de un vinilo con melodía lenta y relajante. Al asomarse por la barandilla de las escaleras, vio a la mujer tomando una sartén del suelo, al verlo sonrió con cierta pena.
—¡Noah!
Se aproximó con sus manos escondidas en los bolsillos de su pantalón, se posó frente a ella y sonrió levemente, en sus ojos se podía leer su angustia, además, estaban hinchados por sus lágrimas ardientes.
—Siento mucho lo que pasó.
Enarcó una ceja, y luego frunció el ceño confundido negando con su cabeza.
—Yo también.
Suspiró y dejó sus guantes de cocina sobre la mesada, levantando las mangas de su camisa rosa.
—Por favor dime que no se destruyeron mutuamente…
La miró con frustración, pasó su mano por sus ojos dándoles un ligero apretón y soltó el aire contenido.
—Pasó lo que sabía que pasaría. Fue un caos.
—Tenías derecho a decírselo por tu cuenta, Noah, sé que es muy importante y te quitaron esa chance de ser totalmente sincero.
—Nunca lo fui del todo —dijo al tragar saliva, impotente—. Merezco sentir todo lo que siento, aunque duela de esta manera.
—No te lastimes más, hijo. —Llevó su mano a su rostro, dándole una caricia a su mejilla. Él bajó la mirada—. Hablen, intenten solucionarlo, yo sé que…
—Quiere que me vaya, Alba —aclaró, interrumpiéndola. La observó afligido—, no quiere verme.
—¡¿Qué?! —interrogó sorprendida.
—Estoy considerándolo… Quizás si me marcho ella se sienta mejor…
—¡Para!
—No quiero fastidiarla más…
La mujer alzó su mano delante de la nariz de Noah, él vio su palma oprimiendo el entrecejo. Oyeron pasos firmes en los escalones y atendieron a Léa con atención. Noah dejó de respirar al notar su presencia fulminante. Sintiéndose helado, regresó a Alba que mantenía una postura de seriedad. Nunca la había visto así, con una expresión intrigante, como si estuviera conteniendo las ganas de tomarlos a ambos por las orejas y arrastrarlos por todo el jardín.
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Hallarnos sobre el abismo
FantasiaUna novela realista... O casi. Fantasía en un mundo cotidiano. En los años dos mil, dos jóvenes que se vieron obligados a separar sus caminos, vuelven a encontrarse luego de un año. Y ya no son los mismos, aunque ella no lo sepa. Noah, debe ser capa...