•Vida con Jack Frost• | Jack Frost

V e i n t e

Despertaste te encontrabas en tu habitación. Te tocas la cabeza mientras te incorporas lentamente. No recuerdas como llegaste ahí, pero si lo que paso anoche.

Te pusiste de pie y te diste cuenta de que todo seguía tal y como lo habías visto la última vez. Pasaste una mano por tu cabello y respiraste profundamente mientras caminabas al baño, donde te lavaste la cara y los dientes.

Mientras te cepillabas el cabello, oíste ruido en la planta baja. Tomaste la perilla de la puerta y la giraste con suavidad, tratando de no hacer ruido. A medida que bajabas por las escaleras, te asomaste y viste a los guardianes en la sala de estar.

- ¿Qué están haciendo aquí?- Preguntaste en un susurro, con expresión preocupada. Norte, que estaba comiéndose una galleta, te sonrió.

Jack corrió bruscamente hacia ti y te dio un gran abrazo que correspondiste algo aturdida, mientras veías a cada uno de los guardianes.

- ¿Quieren decirme qué pasó anoche?- Preguntaste después de que Jack y tu se separaran. Los guardianes se miraron entre sí con nerviosismo y después se volvieron para mirarte, por un largo rato- ¿Qué?- Preguntaste con curiosidad y ansias.

- ¿Qué recuerdas? -Preguntó Jack.

- Uhmm...- Balbuceaste- Yo... recuerdo haberle dado una paliza a Pitch- Dijiste, lo que causo la risa de los demás.

- Sí lo hiciste- Dijo Jack con una sonrisa- Pero... _- Agregó- Ya han pasado dos días de eso- Susurro.

- ¿QUÉ?- Gritaste perpleja mientras mirabas al joven guardián con los ojos muy abiertos- ¿Hablas en serio?- Agregaste.

- Muy enserio- Dijo Jack serenamente.

- ¿Qué? Pero ¿Qué ha pasado con mi escuela?- Preguntaste escandalosamente- Es decir, he estado ausente dos días y....-

- Norte, fingió ser tu... abuelo- Te interrumpió Jack.

Miraste al líder, que en esos momentos también te estaba observando- Vaya... ¿en verdad hiciste eso?- Preguntaste con un leve sonrojo- ¿Fingiste que yo era tu nieta?

Todos los guardianes asintieron con la cabeza sin mirarte directamente. Sacudiendo la cabeza, pusiste tus manos en tu cara y sonreíste tímidamente.

- Creo que... es mejor que sigamos- Susurraste, poniendo tus manos en tu cadera y mirando a cada uno de los guardianes- Quiero saber lo que pasó después- Decidiste y todos miraron al jefe de los guardianes. Cuando estabas a punto de sentarte en un sillón, tu timbre sonó y todos entraron en pánico. Empezaron a correr alrededor de la casa en busca de un escondite y se detuvieron cuando azotaste tu puño contra la pared.

- ¡Cálmense!- Murmuraste enfadada. De repente, una voz se escucho desde el otro lado de la puerta. La voz de tu primo- Sólo pretendan ser... manténgase escondidos- Ordenaste.

Caminaste hasta la puerta y respiraste profundamente antes de abrirla. Viste a tu primo a punto de tocar de nuevo el timbre, hasta que reparo en que ya estabas ahí.

- Hey...- Dijo con preocupación y te dio un abrazo- ¿Cómo te sientes?- Añadió mientras se aseguraba de que te encontrabas bien.

- Estoy bien, Sam- Dijiste cordialmente. Tu primo dejo de inspeccionarte y le echo un vistazo a tu casa. Noto algo extraño en ella y entro sin que pudieras detenerlo.

- Escuche que tenias fiebre y que estuviste en reposo durante dos días- Dijo tu primo, caminando por la sala de estar.

- Si, realmente no pude avisarte, lo siento. Pero tampoco quiero que te preocupes- Dijiste, esperando que la mentira lo dejara convencido. Él asintió con la cabeza y miró a Santa, que se encontraba cerca del árbol de navidad, como si se tratase de un maniquí. El movió su cara más cerca del líder de los guardianes y lo miro con curiosidad.