Capítulo 21.

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Dione.

¡Es hoy! ¡Es hoy!

Hoy era el gran día.

La graduación.

Estaba tan feliz y nerviosa al mismo tiempo, aunque tenía algo de nostalgia, después de todo como ya le había dicho una vez a Bella.

La graduación sería como el inicio de nuestras vidas.

—¡No tengo que ponerme! —se quejo Bella —¡Te maldigo vampiro ladrón de ropa!

Casi me reí por eso, a pesar de que fue mi culpa no podía evitar verle cierto lado divertido a las palabras de Bella, hace solo un par de días, cuando estábamos en La Reserva con los chicos el mismo vampiro de aquella vez había entrado a la casa, no supimos en qué momento paso ya que está vez su aroma no quedo tan marcado como la primera vez, eso sí se llevó casi toda la ropa de Bella, extrañamente también se llevaron unas prendas mías.

—Ya Bels, tranquila —le sonreí y saque del armario una caja de color negro la cual le tendí. Ella me miro sorprendida y rápidamente abrió la caja, sus ojos brillaron.

Rápidamente se lo coloco, era un vestido azul oscuro larguísimo, el cual arrastraba un poco, con un corte corazón en el pecho y pegado a su cuerpo hasta la cintura, de allí para abajo era suelto, se le veía precioso, también le había regalado unas sandalias negras las cuales tenían solo un poco de plataforma, le recogí su cabello (ahora rubio) en una coleta alta, la maquille solo un poco y le coloque los accesorios, unos artes pequeños, un collar también pequeño plateado y un brazalete, la mire con una sonrisa.

—Te ves preciosa —dije encantada.

—Estoy completamente asombrada por tus habilidades Dya —dijo Alice la cual apareció de la nada —Te ves genial, Bella.

Bella nos miro agradecida.

—Es precioso, ¿no creen? He elegido el color azul porque sé que es el color que a Edward más le gusta que lleves —mire a Bella pícaramente —Hoy es la noche —Dije segura, Alice me miro divertida y sonrió en grande.

Bella nos ignoraba y por alguna razón eso activo algo en mi cabeza, varios pensamientos y teorías llenándola, entonces todo tuvo sentido.

—Es la misma —murmuro Bella.

—¿Qué? —inquirió Alice —No posees nada similar y a juzgar por lo que estabas gritando, sólo tienes una falda.

—No, Alice, olvídate de las ropas y escucha —dijo Bella.

—¿No te gusta? —pregunto confundida.

—¿No lo ves? La irrupción en la casa y el robo de nuestras cosas van emparejados a la creación de neófitos en Seattle —dije segura, Bella asintió de acuerdo conmigo.

—¿Qué les hace pensar eso?

—¿Recuerdas lo que dijo Edward sobre usar las lagunas de tu presciencia para mantener fuera de tu vista a los neófitos? Y luego está lo que explicaste en su momento sobre una sincronización demasiado perfecta y el cuidado que había puesto el ladrón en no dejar pistas, como si supiera lo que eres capaz de ver —dije cruzando los brazos.

—Creo que él usó esas lagunas. ¿Qué posibilidades hay de que actúen exactamente al mismo tiempo dos personas que saben lo bastante sobre ti para comportarse de ese modo? Ninguna. Es una persona. Es la misma persona. El organizador de ese ejército robó nuestro aroma —dijo Bella.

Alice no estaba habituada a que la sorprendieran. Se quedó allí clavada e inmóvil durante tanto tiempo que comencé a contar los segundos en mi mente mientras esperaba. No se movió durante dos minutos; luego, volvió a mirarnos y repuso con voz ahogada:

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