Capítulo 28.

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Dione.

La tienda de campaña se estremeció bajo el azote del viento, la verdad es que estaba haciendo más frío del esperado y eso que no habían pasado ni quince minutos desde que llegamos.

-¿Qu-ué hooora es? -escuche la voz de Bella.

A la mierda el frío que tenía.

Si yo estaba así no me imaginaba a Bella.

Salí de mi saco con cuidado, el termostato daba bajo 0 y eso ya era muy preocupante.

-Dya, que...-antes de que pudiera decir algo más di un par de pasos hasta ella entrando en su saco de dormir, Bella rápidamente se acurrucó contra mi.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

¡Maldición!

Estaba helada.

Sin hacerle dañó me acurruque más contra ella.

-Las siete -contestó Edward, sentado lo más lejos posible de nosotras.

Seguro debido a la frialdad de su piel.

¡Demonios!

Esperaba que mi temperatura corporal la ayudara un poco ya que yo no era tan cálida como Jacob que parecía una estufa, incluso a mi también me estaba dando frío, a menos de que me trasforme en loba no podría brindarle mucho calor y dentro de la carpa hacerlo era imposible.

-Eres tan cálida -susurro Bella.

-¿Qué puedo hacer? -pregunto Edward preocupado.

-Mi bolso -señale el bolso a su costado -Saca un par de mantas -pedí.

Ante de venir me había asegurado de traer las mantas más gruesas que tenía, rápidamente las saco y las tendió sobre ambas, me sentí un poco más aliviada no lo suficiente pero si lo necesario para ayudar a Bella.

-¿Qué mas puedo hacer?

En el exterior, bajo la nieve, Jacob aullaba de frustración.

Bella me miró preocupada debido a eso.

-Sólo está preocupado por nosotras -traduje -Él se encuentra bien. Su cuerpo está preparado para esto.

"¿Cómo estas?."

"Fue buena idea traer las mantas."

"No suenas para nada bien."

"No te preocupes, solo... Hace más frío del que imaginamos."

Sentí a Bella removerse buscando más calor, suspiré tratando de relajarme y de alguna manera alejar el frío.

Debí comprar una sábana térmica.

Estará en mi lista desde ahora.

Por si acaso.

Jacob volvió a gimotear, en tonos muy agudos, un lamento que crispaba los nervios, sobre todo los de Edward ya que aparentemente los pensamientos de Jacob eran tan potentes de el bloqueo que tenía para que Edward no pudiera leer su mente desapareció.

-¿Qué quieres que haga? -Gruñó Edward, demasiado nervioso ya para andarse con delicadezas -¿Qué las saque con la que está cayendo? No sé en qué puedes ser tú útil. ¿Por qué no vas por ahí a buscarte un sitio más caliente o lo que sea?

-E.Estamos... -mi voz salió ronca, como si estuviera enferma.

-Bbbieenn -protesto Bella terminando por mi.

A juzgar por el gruñido de Edward y el enmudecimiento del aullido que sonaba fuera de la carpa no habíamos conseguido convencer a nadie. El viento zarandeó la tienda con fuerza y yo me estremecí un poco a su ritmo, Bella se pegó más a mí y yo la rodee con uno de mis brazos, tratando de protegerla del frío.

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