Capítulo 24.

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Dione.

-Me gustaría saber qué planean hacer con Bella durante la lucha -dijo Jacob, llegando a mi lado, posó su mano en mi espalda baja haciendo que me recorriera un escalofrío.

-¿Hacer conmigo?

-No puedes quedarte en Forks, Bella -le explique.

-Conocen tu paradero. ¿Qué ocurriría si alguno llegara a escabullirse? -completo Edward.

-¿Charlie? -dijo casi sin aliento.

-Estará con Billy -le aseguró Jacob enseguida -Si mi padre ha de cometer un asesinato para conseguir que vaya a la reserva, lo hará. Aunque probablemente, no tendrá que llegar a eso, será el sábado, ¿no? Hay partido.

-¿Este sábado? -pregunto mientras me miraba con el ceño fruncido la mire de la misma forma, entonces lo recordé.

-¡Mierda!

-Acaban de perderse su regalo de graduación -se quejo Bella.

-Tanto esfuerzo para nada -me queje.

Y es que si, desde que nos había dicho cual era el regalo por el que nos agradeció Alice habíamos hecho hasta lo imposible para obtener las entradas.

Él se rio.

-Lo que vale es la intención -nos recordó-Pueden darle las entradas a quien quieran.

Ambas volvimos a mirarnos de acuerdo con la otra.

-Ángela y Ben -decidí de inmediato

-De ese modo, al menos estarán fuera del pueblo.

Edward le acarició la mejilla a Bella.

-No pueden evacuar a todos -repuso con voz gentil -Ocultarte es una simple precaución, te lo aseguro. Ahora ya no tenemos problema. No son suficientes para mantenernos ocupados.

-¿Y qué ocurre con el plan de protegerla en La Push? -pregunto Jacob con impaciencia.

-Ha ido y venido de allí demasiadas veces -explicó Edward -El lugar está lleno de su rastro. Mi hermana sólo ha visto venir de caza a neófitos muy recientes, pero alguien más experimentado ha tenido que crearlos. Todo esto podría ser una maniobra de distracción por parte de quienquiera que sea, él... -Edward hizo una pausa para mirarla - o ella. Y aunque Alice lo verá si decide venir a echar un vistazo por sí mismo, quizás en ese momento estemos demasiado ocupados. No puedo dejarla en ningún lugar que haya frecuentado. Ha de ser difícil de localizar, aunque sólo sea por si acaso. La posibilidad es remota, pero no voy a correr riesgos. Me estoy pasando de precavido -le prometió.

Jacob señaló al fondo del bosque, al este de nuestra posición, a la vasta extensión de las montañas Olympic.

-Bueno, ocúltala ahí -sugirió -Hay un millón de escondites posibles y cualquiera de nosotros puede acudir en cuestión de minutos si fuera necesario.

Edward negó con la cabeza.

-El aroma de Bella es demasiado fuerte y el de nosotros dos juntos deja una pista inconfundible, y sería así incluso aunque yo la llevara en volandas. Nuestro rastro ya destaca entre los demás efluvios, y en conjunción con el de Bella, siempre llamaría la atención de los neófitos. No estamos seguros del camino exacto que van a seguir, ya que ni ellos mismos lo saben aún. Si hallan su olor antes de que nos encontremos con ellos...

Ambos hicieron una mueca de disgusto y fruncieron el ceño al mismo tiempo.

-Ya ves las dificultades.

-Tiene que haber una forma eficaz -murmuró Jacob, que apretó los labios mientras contemplaba el bosque.

Rodé los ojos.

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