Capítulo 23.

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Dione.

A decir verdad convencer a Sam de luchar fue más fácil de lo que esperaba, ya que a pesar de que estaba completamente serio se notaba la emoción en él. Por lo tanto en lo que se hacía la hora me encontraba en la habitación de Jacob, el se encontraba en su cama acostado mientras yo buscaba una muda de ropa en su armario, no pensaba ir con un vestido allá.  Sonreí al por fin encontrar que ponerme, por debajo del vestido me coloque un short de mezclilla algo viejo y después me quite el vestido colocándome una camiseta de Jacob, en todo momento sentí su mirada en mi espalda.

—¿Disfrutando la vista? —le pregunté divertida.

El me sonrió mientras se levantaba de la cama.

—Ni te lo imaginas —murmuro acercándose a mi para después dejar un beso en mi frente —tienes una espalda hermosa.

Lo mire divertida antes de ponerme de puntas de pies para poder besar sus labios, a lo que se inclinó para que se me hiciera más fácil. Unos segundos después nos separamos, mire sus hermosos ojos, estaba encantada con ellos.

—Tengo al para ti —lo escuché decir haciendo que saliera de mi ensoñación con sus ojos.

—¿Si? —pregunte confundida, la verdad es que no esperaba nada. Metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros del cual sacó una bolsita de tela holgada de color blanco fuertemente atada con cintas de cuero negras. La depositó en mi mano —¿Qué es? —lo mire emocionada.

Solo me sonrió divertido.

Rápidamente desate las cintas, alcance a ver algo plateado, así que metí mi mano en la bolsita sacando un brazalete plateado, sujeto a uno de los eslabones de plata había un pequeño adorno tallado en madera. Lo sostuve entre los dedos para examinarlo de cerca. Me sorprendía la cantidad de detalles enrevesados de las figuritas, dos lobos en miniatura de extremado realismo, incluso uno de ellos estaba labrado en una madera de tonalidades blancas, con manchas negras tanto en sus orejas como es sus patas y parte del vientre, mientras que el otro estaba labrado en una madera de tonalidades rojizas, ambos estaban acurrucados uno contra el otro.

Mire a Jacob con la boca entreabierta y los ojos llorosos, esa simplemente hermoso, ¿cómo podía recordar a mi loba si solo la había visto una vez?. No tenía ni idea, pero eso solo me emocionaba más.

—Es hermoso, gracias —murmure abrazándolo y escondiendo mi cara en su pecho —¿Lo has hecho tu?

—Es una habilidad que aprendí de Billy… Se le da mejor que a mí. ¿Te gusta de verdad?

—¡Sí! Es increíble, amor —lo mire sonriente —Ayúdame a ponérmelo, por favor.

—¿Te lo pondrás? —preguntó.

—Por supuesto que sí.

Le ofrecí la muñeca izquierda, abrochó el cierre con facilidad a pesar de que parecía demasiado delicado para sus dedazos. Me sonrió. Era la sonrisa feliz que tanto me gustaba ver en su rostro.

Entonces pareció recordar algo, la sonrisa en sus labios fue cambiada por una mueca, su mano se dirigió lentamente hasta mi mejilla y con su pulgar la acaricio.

—¿Ocurre algo? —pregunte.

—¿Tenías pensado decirme que te irías con los Cullen? —su pregunta me tomo por sorpresa.

Y la respuesta por más egoísta que fuera era muy obvia, no se le iba a decir y no lo iba a hacer por el simple hecho de que no quería preocuparlo, ya que después de todo tiene suficiente con las guardias y preocuparse por la seguridad de Bella y la mía, no quería ponerle otra preocupación encima.

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