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Me gustó escribirlo, pero Elena se sentirá culpable por algo que Leonardi no mencionó y que ella debía saber así que la culpa es de los dos.

Jajaja...

Me gustó escribirlo y espero que a ustedes leerlo…

Feliz Lectura

Christopher no pidió que Ramón nos llevará, sino que pidió un auto para ambos y me sorprende que no sea un Lamborghini o un Ferrari, es un auto común. Lujoso dentro de lo común.

Es un BMW de los más baratos que puede haber y no entiendo si es agarrado de su dinero o sí no quiere gastar más de lo que debería.

—¿Por qué no quisiste que Ramón nos llevará?

Sus ojos van a mí para después regresar a la calle por la que vamos.

—Puedo manejar, Elena.

Asiento y giro mi vista a la calle, de verdad que Christopher me cerró la boca con este coche, que no refleja lujos y que él quiera manejarlo sin necesidad de traer al pobre de Ramón que parece trabajar duro siguiendo las órdenes de Christopher para tener una paga que supongo es pasable.

—¿Cuánto le pagas a Ramón?—no evite la pregunta.

—Veinte mil—creo que escuché mal.

—¿Veinte mil?

—Por mes.

—Le pagas veinte mil al mes—analizo en voz alta.

Suelta una risita tonta y burlona además de sarcástica. Me preguntó cómo le hace para transmitir eso en una sola sonrisa. Debe tener algún encantamiento mágico o algo.

Yo que sé.

—Martha gana un poco más que él—avisa antes de estacionar el auto en un lugar del estacionamiento—. Creo que le doy cinco mil más.

—¿No quieres contratarme?—niega antes de bajar del auto—. Soy buena limpiando y haciendo diseños de publicidad.

—¿Publicidad?

—Si… mis amigos empezaron un negocio y fui su diseñadora de publicidad por unos meses… pero el trabajo me consumió y pare.

—¿Qué hacías antes de venir a vivir conmigo?

—Era profesora de universidad… ganaba lo justo.

Asiente no muy convencido.

Me da igual lo que piense con respecto a mi trabajo, soy buena en lo que hago y en lo que quiero hacer. Y por lo pronto quiero ir a una rueda de la fortuna con el amargado que llevó por un lado que no sonríe para nada.

Reto de hoy.

Robarle una sonrisa.

Una de verdad.

No las falsas que lo he visto hacer en las revistas o cosas que tiene guardadas en un cajón en su escritorio en la parte de abajo, creo que soy muy específica, pero entre a su despacho y no había un letrero de que no podía pasar así que me puse a buscar hojas blancas para hacer aviones de papel.

Sujeto su brazo y caminamos a la entrada de la feria, hay varias personas haciendo fila y eso sólo lo hace suspirar. Niego y mis ojos se topan con una niña que sonríe ansiosa por entrar a la feria. Miro a Christopher y luego a la pequeña y una sonrisa aparece en mis labios.

—¿Te gustan los niños?—Christopher me mira y luego niega despacio—. ¿Osea que si tenemos un bebé me dejaras toda la carga a mí?

Una señora gira su cabeza al escucharme decir eso, Christopher parece contar mentalmente para no responderme cómo le gustaría hacerlo, en cambio me mira y niega despacio.

LEONARDI +18 ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora