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Al parecer ya lo tendré presenciales y es mejor para mí que tengo cosas que hacer y la escuela me quita muchas horas de mi vida que puedo aprovechar para hacer otras cosas.

Y al capítulo me encantó escribirlo y mil gracias por darme una oportunidad en su vida lectora. Y ya mero nos vamos a Italia y aquí les va a caer gorda Antonella. Ya verán porque🥴

Feliz Lectura…




La situación entre Fernando no ha bajado ni siquiera con pastel alegrando el paladar de Christopher. Quién por cierto me tiene sobre sus piernas sin dejar que me baje, y con Rafaél riéndose interiormente de la situación.

Esto está muy mal.

Un cólico de los fuertes atraviesa mi vientre y yo hago una mueca para tratar de respirar, pero no pasa.

—¿Estás bien?—pregunta Christopher a mi espalda.

—Si.

—¿Cólicos?—es brujo.

—Si… pero no es nada que no se pase.

—Dime si necesitas ir a descansar.

Asiento sin verlo. Rafaél tiene cara de sorpresa a la conversión que teníamos Christopher y yo, pero no comprendo porque la tiene, si Christopher no hará nada más que cuidarme.

—¿Es en serio?—pregunta sorprendido.

—Rafa, no hables.

Hace la nueva de cerrar su boca y hago una mueca burlona por el gesto que le hice hace un rato a Ramón. Después de un rato de comer pastel me voy a la recámara para poder tomarme mis medicamentos y no morirme de cólicos mañana. Tanto la Piroxicam como la Sincol, muchas mujeres dicen que no les funciona, pero para mí es suficiente con una de las Piroxicam, y con eso tengo para despertar sin ningún malestar.

Una vez tengo mis medicamentos en mi sistema me acuesto en la cama y saco del cajón las cosas que traje para mis días de cólicos. Pongo las cajas de medicamento una sobre la otra y también pongo las cajitas de prueba de embarazo hasta el fondo.

—Elena—hago un gesto de que lo escucho—. ¿Qué estás guardando?—sonrío antes de elevar la cajita con la prueba.

Lo veo caminar a la cama y sentarse a mi lado para ver lo que le doy.

—Dudo mucho que usemos condón.

—También lo dudo—me da la cajita y la guardo junta a las otras cuatro.

Son muchas.

—Es mejor prevenir—digo.

Debí comprar los condones.

—Mejor asegurarnos de que lo estás—giro mi cabeza a él para recibir un beso en los labios.

Una duda surge en mi cabeza y me temo que no puedo preguntarsela, pero no sé. Recargo mi cabeza en su hombro y no la quita, suspira antes sentir su mano en mi cintura.

Dios.

—¿Por qué no me has cambiado de habitación?—suspira.

—Creo que ya me acostumbré a ti—trago saliva—. Y no creo que te guste el que vaya a tu habitación a buscar…

Sonrío al adivinar lo que no termino de decir, no sé cómo logró darla un beso en la mejilla.

—Gracias por llegar anoche—me da una sonrisa, que borró con un beso.

No duda en seguir el movimiento de mis labios con un poco de demanda en sus besos. Su mano logra subirme sobre sus piernas y baja por mi silueta hasta que siento algo mojado contra mi cuerpo.

LEONARDI +18 ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora