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De nuevo nos vemos en esta cabeza que piensa con la cabeza y no con el corazón, pero es donde voy dejando puntos que nos darán el pase para la nueva novela de Montecarlo.

Feliz Lectura…

CHRISTOPHER

El avión aterriza en Rusia a eso de medianoche. El horario de México lo tengo bien grabado y se me dificultara mucho el adaptarme de nuevo al de Rusia, pero Rafaél tiene razón en que sólo durare un par de días antes de regresarme a mi casa.

No pienso soportarle nada a mi abuela, y mucho menos ahora que Marina estuvo de metiche y les dijo a toda la familia que estoy casado con Elena.

Dios.

Elena me volverá loco.

No hace gran cosa y ya estoy a sus pies.

Veo mi teléfono para ver una imagen de Elena, no recuerdo que haya tomado mi teléfono para tomar esa fotografía. Está sonriendo a la cámara con un vaso de agua helada porque jamás se la toma al tiempo.

—Esa cara de enamorado está empezando a notarse—elevo los ojos a Rafaél que sonríe con burla.

—No estoy enamorado.

—Pero lo estás empezando a estar—y el rastro de burla se pierde—. Y Elena no es mala para hacerte lo que hizo Antonella.

Tuerzo los labios de malas antes de mirar por la ventana.

A veces odio a todo el mundo en esa fecha, de verdad que odio a todos en esa estúpida fecha. Y creo que a Elena le va a tocar aguantar mi mal genio ese día, uno que está por llegar en unos veinte días.

Sé qué nadie tiene la culpa de que Antonella me hiciera lo que me hizo, pero me molesten muchas cosas del día y porque estaría cumpliendo cuatro años de casado en esa fecha de este año.

—Decía lo mismo de Antonella.

—Tanto Montecarlo como yo te advertimos que Antonella te haría pedazos al tener la oportunidad—y lo hizo.

Creo que por eso me dedique al trabajo solamente. Gracias a ella y a la idea de que me rompieran de nuevo no me permití grandes cosas con otra persona hasta que Elena llegó a cagarlo todo.

Y tiene razón Rafaél con decir que me estoy enamorado de Elena. El día de la playa no me gusto verla triste ni enojada, así que no dude en rastrear el auto y pedir un taxi que me llevara a dónde sea que estuviera. Al verla llorar… no me gusto.

Y escucharla gemir… no puedo. No resisto y pierdo el control, lo cuál significa que si me estoy enamorado porque de no estar comenzando a sentir cosas por ella no estaría deseándola cada que se acerca. Hago mucho para no tomarla en la noche cuando se acuesta con esos encajes negros o rojos, las primeras veces creí que era algo de ella, pero luego descubrí que era a propósito.

Quería que me la cogiera sin compasión.

Y a mí que no me faltaban ganas de hacerlo.

Algunas noches si me tenía que levantar al baño a darme una ducha con agua helada para que no sintiera, termine bañándome a las dos de la mañana en vez de a las nueve como era normal.

Y otra señal en la cama que me estoy enamorado es que le dejo tener el control de vez en cuando, y eso es lo que yo comparto cuando hay sentimientos de por medio y confío en ella.

—No me recuerdes que Bastián y tú trataron de evitarlo—Antonella me rompió el corazón.

Debí escuchar a mi mejor amigo para empezar.

LEONARDI +18 ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora