Dos días han pasado desde que descubrió que Eijiro Kirishima era Red Riot y ahora en sus sueños ve al joven pelinegro ser ese espectacular bailarín, moviéndose de esa sensual forma con una radiante sonrisa puntiaguda, luciendo peligroso y prohibido, tan espectacular. Por eso cada vez que despierta lo hace de mal humor.
Le molesta despertar con todo el cuerpo ardiéndole, como si hubiera dormido sobre brasas al rojo fuego, incluso llega a ser doloroso, y eso no lo entiende del todo. ¿Por qué le dolería el cuerpo? Tiene entendido que el pecho es lo que duele cuando a uno le rompen el corazón, al menos eso es lo que ha leído y escuchado decir a su padre, pero no lo entiende. Es raro, ¿no es así?
Se endereza en la cama hasta quedar sentado, pasea ambas manos por la cabeza y sonríe con desagrado al ver el bulto que hay en su pantalón, aquello sin duda iba a necesitar más que un baño de agua fría. Se envuelve la nuca con los brazos, llevando sus rodillas al pecho y sin poder evitarlo, un sollozo desgarra su garganta.
Lo echa mucho de menos.
El aliento que golpea contra su rostro le hace querer vomitar y por ello decide apartar el rostro cuando la fémina de cabello negro baja a quererlo besar.
— Dije que nada de besos —murmura entre dientes con molestia, viendo de reojo a la chica—, ¿acaso no quedo claro?
— Bueno, parecías quererlo.
— Bájate, ahora.
La joven mujer suelta un resoplido, baja y recoge las ropas que han quedado en el suelo, en un solo lugar, y eso le demuestra que fue un error. Pensó que acostarse con alguien le iba a borrar las caricias de Eijiro, pero lo único que demostró es que el chico se filtró bajo su piel más rápido de lo que pensó. Acostado en donde se encuentra ve a la chica vestirse y marcharse, cerrando con fuerza la puerta tras de sí.
Centra su atención en el techo, mirando a un punto sin importancia. Necesita odiar al chico, sacárselo del sistema, pero ¿cómo diablos va a hacer eso si ni siquiera quiere que una cualquiera le borré la sensación de esos suaves labios contra los suyos?
Puede sentir las miradas de sus compañeros, incluso logra escuchar lo que algunos oficinistas dicen a sus espaldas, y aunque desea voltear y dar unos cuantos golpes e iniciar una gran pelea, su cuerpo no responde así. Lo único que hace es mantenerse en la misma posición, haciendo garabatos sin sentido sobre una hoja cuadriculada, ¿por qué? No lo sabe, pero ya no le extraña.
Es el tercer día que sucede; se siente pesado, agotado y sin ánimo, dejando de lado el dolor constante. Posiblemente una gripa ocasionada por aquella noche lluviosa, sin embargo, duda que sea así. Algo en su pecho no ha dejado de gritarle la respuesta, llora y se lamenta, es horrible de sentir, pero ha decidido ignorarlo.
El cabrón se equivocó; su tonto corazón se dejó idiotizar por una mirada rubí y eso los llevó a donde ahora se encuentran, sentados de mal humor en su escritorio.
— Supongo que terminaron —las palabras dichas por Mineta le hacen salir de su ensimismamiento, voltea a verlo y lo encuentra sentado en una silla de madera justo enfrente suyo—. Fui a la cafetería y es la tercera vez que no lo veo.
— ¿De qué hablas?
— Del mesero bonito, obvio. Salieron, ¿no es así? —el novato luce muy emocionado por saber más de lo ocurrido y eso le hace hacer una mueca, no quiere decir mucho al respecto— Mira, sé que realmente no me concierne esto y no debería de estar husmeando, pero si terminaron por razones estúpidas, creo que deberían de hablarlo. Dejando eso de lado, prefiero tu mal humor normal, que el de ahora —balancea la silla sobre las patas traseras—. La verdad es un asco y por lo que se ve en la cara de los otros, estás apestado el lugar... no solo con tus malas vibras.
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Un Omega Para Mí (BakuShima)
FanfictionLos bajos barrios tienen su atractivo, ya sea por sus centros nocturnos o que en cada esquina puedes conseguir un poco de caricias a cambio de dinero. Sin embargo, nada de ahí es bien visto ni menos los omegas que de ahí vienen, pues los problemas s...