Un Omega Para Mí (BakuShima)

ÉPILOGO

Al escuchar la puerta abrirse, se pone de pie y sonríe a Eijiro, quien se abraza a él en cuanto la distancia se acorta, gesto que corresponde cariñosamente, pero con sumo cuidado, pues el vientre de siete meses de gestación es una enorme locura, por decir menos.

Después de que ambos jóvenes atestiguaran lo ocurrido en aquella desgastada vivienda (luego de que recibieran asistencia médica), se les recetó a ambos visitar a un terapeuta una vez a la semana, pues el resultado del daño psicológico que recibieron fue catalogado como abrumador. Voltea a ver hacia la oficina de donde salió su pareja, saludando a Ojiro con un leve asentimiento y este hace lo mismo, despidiéndolos a ambos con un ademan de mano. El psicólogo/terapeuta es quien lleva el caso de Eijiro y Shoto, fue él mismo quien se ofreció y agradece que sea el rubio quien se encargué de la sanación mental de su novio.

Vuelve su atención a Eijiro, tomándole de los hombros para separarlo un poco y poder besarlo en los labios, sonriendo contra los labios que ya llevan meses sin ser escondidos tras un cubre bocas. Poco a poco su chico comienza a tomar ese brillo de antes, no, eso no es verdad; Kirishima no es el mismo joven que antes y eso está bien, porque ahora está cada vez más sonriente y alegre.

La brillante energía con la que lo conoció nunca la va a olvidar, es algo que yace atesorado en su corazón, pero quien camina ahora a su lado en las calles bañadas por la luz del atardecer, es sin duda el gran amor de su vida y quien le demostró ser alguien fuerte y muy valiente.

Mientras Deku y él se encargaron de ir directo contra Touya, con el fin de salvar a sus respectivas parejas, el capitán Aizawa llevó a cabo el cateo de la habitación de Shigāasshu; eso, más lo dicho por ambas víctimas y el bolso que él recuperó entre las llamas, fue suficiente para abrir los ojos de los Todoroki, quienes al principio se negaban en creer que el adorado primogénito fuera un asesino, uno que lastimó a Eijiro y Shoto, pero luego de que estos hablaran con la familia, luciendo las heridas que aquel bastado les hizo, no dudaron en pedir disculpas en público por medio de televisoras informativas.

Tampoco dudaron en pedir disculpas personalmente a aquellos que fueron lastimados por Touya.

Entra a la habitación sanitizada y limpia, sonriendo de lado al ver a Mineta sentado en la camilla y con Toru a un lado, quien se encuentra sentada en la silla colocada al lado. Cuando el afro depara en él, alza el brazo con la mano extendida y él no duda en chocarla con la derecha, llevándose la izquierda a la nuca.

— Buen trabajo, vi todo en la televisión —comenta el novato cuando Toru se pasa a retirar y él no duda en tomar asiento en el lugar que anteriormente era ocupado por la chica castaña—. Ese maldito demente de mierda, todavía no me creo que se haya hecho pasar por inocente luego de haberme obligado a dispararle al cadáver de Toga.

— Lo hizo y le creyeron, ¿ya atestiguaste?

— Sí, en cuanto desperté el doctor dio avisó al capitán y éste mando a la policía a entrevistarme, les conté todo y les sorprendió muchísimo que recordara todo tan bien, pero, amigo, esa mierda que viví ni con hipnosis se me olvida.

— Ojiro ajustara tus tuercas, tranquilo. No quiero esperar a tener que leer tu informe, así que ¿puedo preguntar?

— Claro, llevo semanas sin hablar, necesito ejercitar la lengua.

— ¿Cómo te enredase con él? —pregunta, apoyando los codos en las rodillas.

— No pasó nada sexual ni romántico; lo conocí en el antro "Buen Viaje", cuando fuimos todos, y ahí intercambiamos números después de bailar, lo invité a casa numerosas veces y sí iba, pero sólo cuando Toru no estaba, pensé que era coincidencia —lo ve hacer una mueca, bajando la mirada—. Me hizo sentir bien, ¿sabes? Él me hacia sentir como si lo que estaba haciendo fuera maravilloso, mientras que los demás solo trataban de apagarme, fue una locura.