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Con pesadez y cansancio, abre los ojos al escuchar el molesto ruido de una alarma de auto. Busca con la mirada el reloj sobre su cabecera, la hora marca 6:33 a.m. y solo eso basta para que hunda su cabeza en la almohada y cruce los brazos bajo esta. Quiere volver a dormir. Es su maldito día de descanso y apenas ha dormido dos horas.

¡Dos putas horas!

La risa de Eijiro mezclada con la suya junto con la lluvia que cae sobre el metal del auto es como un caldo de pollo, se siente como si su cuerpo fuera envuelto por una cálida manta que llega hasta su corazón.

Eso es imposible, verdaderamente imposible —dice el pelinegro, sosteniéndose el estómago; seguramente por reír tanto, éste le ha empezado a doler.

Lo digo en serio: el idiota estaba tan enojado que le dio un puñetazo a nuestro esposado, pero fue tanta su fuerza que se rompió los dedos —levanta el dedo índice y medio—. Obviamente no pudo trabajar por mucho tiempo.

Es que no me creo que se haya enojado por algo así.

Todos tenemos un tema detonante —dice, dando trago al café que Eijiro le preparó. Aunque el aroma mezclado de éste más la esencia del chico no es algo a lo que está acostumbrado, decir que no le gusta sería mentira—. ¿Acaso tú no tienes uno?

Bueno, no lo creo. No siento que tomarse en serio temas que lastiman a uno sea sano, así que lo mejor es... dejarlos de lado —se alza de hombros— ¿o no?

¿Cuántos putos años tienes? ¿Quince? —por la mirada del chico, sabe que eso le ha ofendido— Cuando crezcas, te darás cuanta que no todo es tan fácil ni siquiera el querer evitar lo que detestas —da otro trago, viendo de reojo a Eijiro que se ha quedado cabizbajo. Hace una mueca, baja el termo y lo coloca en medio de los sillones, en donde yacen los porta vasos—. Oye —se lleva la mano a la nuca, alborotando ligeramente su cabello—, no te lo tomes en serio; son palabras de un mayor amargado.

Hace unos días me dijeron que mi amiga había, que ella... —lo escucha suspirar, voltea a verlo y por las manos que están entrelazadas en el regazo, puede notar lo mucho que le está costando hablar—. Bueno, ella ya no...

¿Murió? —Eijiro asiente y eso le hace volver la vista al frente, apoyando por completo su espalda y nuca en el respaldo— Lo siento mucho.

Yo todavía ni puedo decirlo correctamente, así que es mi tema incómodo.

¿Eran muy cercanos?

Sí, la conocí hace tiempo y a pesar que empezó siendo mi maestra, con el tiempos nos volvimos muy cercanos —le ve de reojo, notando así que Eijiro se ha acomodado correctamente en el sillón. Viéndolo así, puede decir que el chico tiene un perfil lindo, lo que el cubre bocas le deja ver al menos—. Ella era de esas personas que lograban ver el lado positivo a las cosas y si no lo había, lo creaba y hacia que todo se volviera mejor incluso.

Suena a que era increíble.

Lo era, toda ella.

¿Te gustaba? —pregunta bajo, no queriendo tocar una cuerda sensible tan bruscamente.

No, no. Ella y yo sólo éramos amigos.

Dijiste que su relación empezó profesional ¿no? ¿Ella era tu maestra de acrobacia aérea? —vuelve toda su atención a Eijiro y éste hace lo mismo, asintiendo en respuesta— Fuiste hace unos días, ¿cierto? —el chico vuelve asentir y él se lleva la diestra al rostro, ¿cómo no pudo haberlo notado antes? — Mierda.

Un Omega Para Mí (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora