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No debería estar ahí tan tranquilo viendo al techo que no tiene nada de interesante, con Kirishima recostado en su pecho boca abajo, el cual respira al mismo compás que él y recorre perezoso con la punta de los dedos su brazo izquierdo. De alguna forma siente como si el chico lo quisiera marcar, cosa que le da gracia pues deja en claro lo joven que es. Tal vez unos veintitrés o cuatro, basándose en su altura y musculatura.

Su mano derecha descansa en el cabello negro del chico, tirando suavemente de pequeños mechones y con su izquierda, acaricia por debajo de la ropa la suave y dura piel de la cintura y espalda baja. Ambos contactos no son sexuales ni vulgares, son íntimos y le hacen sentir bien, a los dos al parecer.

Gruñe al escuchar las risotadas fuera de la habitación, los tipos en verdad comenzaban a ser un dolor en el culo. ¡¿Acaso no podían leer el ambiente?! Bueno, no, en definitiva, no podían pues no los estaban viendo, pero venga, como buenos camaradas deberían dejarles la casa sólo a ellos.

— ¿Tienen opción de "mute"? —cuestiona serio, desviando la vista del techo para ver el oscuro cabello. Lo siente reír contra su pecho y eso le hace sentirse orgulloso.

— No, así no funcionan ellos —la caricia contra su brazo se frena, el calor de la mano envuelta en su antebrazo es reconfortante—, pero ¿pongo música? —la pregunta por parte de Eijiro le hace sonreír, no era la respuesta que esperaba— Ellos no se van a callar, aunque se los pida, pero si ponemos música creo que no vamos a ser capaces de escucharlos, bueno, si empiezan a gritar, claro que los vamos a escuchar, pero mientras no lo hagan puede funcionar.

Sin dejarle responder, Kirishima se endereza y él le observa atento, bajo ese cubre bocas se esconde un perfil muy bonito, no tiene ninguna duda de ello. Lo ve gatear hasta el final de la cama, donde desliza primero los pies fuera de la cama y al ver la desnudez de estos, no duda en patearle con suavidad la espalda.

— Ni se te ocurra pisar descalzo —dice entre dientes, Eijiro suelta una risilla baja y se encorva hacia enfrente, luego se endereza alzando el brazo derecho, mostrando un par de pantuflas rosas de peluche—. ¿Qué mierda es eso?

— Un regalo de cumpleaños por parte de Ashido —responde Kirishima, colocándose las pantuflas antes de salir de la cama y encaminarse al peinador de manera clara, pues es en el mostrador de este dónde se encuentra una bocina—, son cómodas.

— ¿Blasty no las muerde?

— Le dan miedo —le observa prender la bocina conectando un USB en ella, luego presionando botones hasta que una suave melodía comienza a sonar—. Espero te guste Sam Smith, sino esto no va a poder funcionar.

— Ni sé quién es.

— Listo, decidido —vuelve hacía él, sentándose a un lado se su cadera e inclina su cuerpo contra el suyo, sus rostros a treinta centímetros—. Ya no podemos continuar —es obvio que es broma, él lo sabe, pero a pesar de eso su corazón se oprime un poco.

— ¿Y eso por qué?

— Sam Smith es mi novio, no le puedo ser infiel con alguien que ni lo conoce.

Estoy cansado de odiarme a mí mismo por ser sensible

Estoy cansado de llorar despierto

Tengo que dejarlo y comenzar a sanarme,

Pero cuando te mueves de esa manera solo quiero quedarme.

— Cierra la boca —los gira en la cama y al estar encima del pelinegro, quien le observa atentamente con un visible sonrojo, coloca las manos contra su pecho. Apoya las propias contra el colchón a cada lado del rostro del chico—. Tengo cosas que preguntarte y lo sabes.

Un Omega Para Mí (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora