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La primera bofetada contra su mejilla izquierda le hace gruñir, pero la que golpea contra la derecha de regreso, sí le hace hasta volver el rostro. Vaya, su madre sigue teniendo una buena mano para golpear a pesar de la edad que tiene.

Se endereza y suelta un suspiro al ver a su madre comenzar a llorar, ¿tan mal le sienta que su hijo le haya ocultado su verdadero oficio? No cree que sea por eso, tal vez sea por todas esas veces que él le dijo estar de vacaciones cuando en realidad estaba en el hospital por alguna herida de bala o por golpes que pusieron en riesgo su vida, puede que todo eso ahora esté cayendo sobre los hombros de su madre.

Voltea a ver a su padre, quien luce distante con aquella postura: los brazos cruzados, barbilla baja y mirada en el suelo, ¿por qué no dice nada?

— ¡¿En qué estabas pensando?! —grita Mitsuki, sujetándolo del cuello de la camisa— ¡¡Pudieron haberte matado!!

— Mamá, llevo años en campo; nada me va a pasar —dejando de lado la ahora costra que tiene en su costado derecho a la altura del estómago.

— ¡¿Cuándo pensabas decirnos?! —lo zarandea, haciéndolo hacer una mueca— ¡¿Querías ocultar esto hasta el día que te mataran?!

— No, claro que no —vuelve a buscar a su padre, quien ahora los observa con expresión herida—. No pensaba ocultárselos por siempre, ¿de acuerdo? Solo no quería preocuparlos todas las noches —mentira, simplemente se quiso ahorrar los sermones—. Ahora, ¿me puedes soltar? Ya no tengo quince años —su madre luce como si le hubiera bofeteado, una bofetada que le ha hecho ver a su pequeño niño en un hombre, y eso lo hace suspirar—. Tengo treinta y seis años, también tengo ahora una pareja y quiero que lo conozcan, estoy seguro que les va agradar.

— ¿Hablas del alfa que mencionaste aquella vez?

— No —bien, ahora Mitsuki estaba enfocada en otro tema y eso hace que lo suelte de la camisa.

— ¿No?

— No es un alfa, pensé que lo era, pero no es así —alisa la tela que su madre anteriormente estaba tironeando, recordando con una sonrisa en los labios a Kirishima dormido a su lado.

— ¿Sales con un omega? —la pregunta hecha por su padre lo hace asentir— ¿Un pelinegro?

— ¿Cómo sabes...?

— Los vi salir de un motel —aquella respuesta lo hacer voltear a ver a su padre, quien luce receloso—. Se veía menor.

— Es menor, bueno, aún no tiene veintiún años; los cumplirá el dieciséis de este mes —informa con seriedad, recibiendo de su padre un lento asentimiento—. Él... Hay muchas cosas que debo de contarles y soy consciente de eso, pero en este momento no quiero hacerlo —da un paso atrás, volteando hacia donde se encuentra la puerta de salida—. Tengo que irme, vine para calmarlos y ahora que lo he hecho, debo de regresar y ver lo que hay detrás de todo este desastre.

— Al joven que golpearon tan brutalmente, ¿es amigo tuyo?

— Mineta es el novato de la estación, lleva unos años con nosotros y es realmente bueno en su trabajo, puede ser una maldita piedra en el zapato y es amante del chisme. Le gusta ir a cafeterías nuevas, tiene un gran conocimiento de varios temas y siempre llega temprano a trabajar —traga audiblemente, bajando un poco la mirada—. Odio no haberme dado cuenta que él... Estaba tan seguro que el ataque iba a ser contra mí o la otra persona, que no me di cuenta que Mineta estaba dando todas las señales de ser la siguiente víctima.

— Así que sí es un amigo tuyo.

— Lo es y tengo que ir a ver cómo está —vuelve a ver a sus padres, ambos lucen de alguna forma orgullosos y eso le hace fruncir el ceño—, ¿qué pasa?

Un Omega Para Mí (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora