Capítulo 8
Toda mi vida creí que los profesores no podrían tener una vida de lujos, pero la casa de Arthur hace que dude de mi hipótesis.
Con solo entrar al parqueadero pude notar que es una casa muy bien acomodada, está ubicada a las afueras de la ciudad al lado del bosque así que es bastante grande, al entrar lo primero que llama la atención son los muebles antiguos de madera y la mayoría de los accesorios de la sala son de cristal, toda la planta de abajo está dedicada a espacios para recibir a los invitados, desde la sala principal se puede observar el bosque ya que cuenta con paredes acristaladas y deduzco que las habitaciones quedan en el segundo piso.
—Linda casa —Dejo el abrigo en una de las sillas.
—Gracias, la compré hace poco menos de un mes. Eres mi primera invitada. —Se tira sobre el sofá.
—Me siento halagada —Tomo asiento cerca de él— estoy segura que debe ser encantador ver los atardeceres desde aquí.
—No lo sé, nunca me he fijado.
—Arthur, los atardeceres son lo más lindo que tiene este mundo y no te has detenido a verlos desde la comodidad de tu casa —Chasqueo los dientes— estas desperdiciando una buena vista.
—¿Por qué te gustan tanto? —Se quita la camisa quedando en una camisilla que hace lucir sus brazos más marcados de lo que parecían con su otra prenda.
—Es la señal de que el día está terminando de una manera hermosa, recogiendo los colores de las nubes, el cielo y los últimos destellos del sol, para darle paso a las estrellas que brillan como los ojos de una persona enamorada de la vida.
—A ti te brillan así —Me da un beso en la frente— cuando quieras puedes venir a verlo, seguramente se ve bien.
—Los verás conmigo, es increíble que no lo hagas —Achino la mirada para que sepa que lo juzgo— bien, hablemos de lo importante, ¿Qué tienes pensado para Justin?
—Nada —Apoya su cabeza sobre mis piernas— desde este ángulo te ves aún más hermosa que de costumbre.
—Arthur, falta un mes para la boda, Olivia realiza seis operaciones cada día al parecer y Justin cocina a quién sabe qué famoso, tenemos que arreglar las despedidas para que sus horarios coincidan. Y tú estás coqueteando conmigo en vez de planear todo —Tapo sus ojos con mi mano.
—Siempre es una buena oportunidad para coquetear, además solo lo invitaré a unas cervezas y listo, se dará por bien servido.
—Es su última noche sin ser un hombre casado ¿En serio se la celebrarás así? Deberíamos llevarlos a el bar donde se conocieron, ahí inicio su amor, será tan tierno si los llevamos ahí, cenamos, beberemos mucho, contaremos historias sobre ellos —Hago una pausa recordando que él estuvo casado, alguna idea ha de tener después de su despedida— ¿Cómo fue tu despedida?
—Que romántica tu idea. Por otro lado, yo no tuve, aunque tampoco es que quisiera, cuando me casé con Amanda ya teníamos a Antonia, así que no fue un gran paso casarnos.
Aunque trato de tener reservas sobre mis ganas de indagar sobre la vida de Arthur mi alter ego de vecina chismosa no me deja vivir tranquila sin esa información.
—¿Me estás diciendo que nunca tuviste la expectativa de la gran fiesta de soltero?
—No acostumbro a tener expectativas, casi siempre se termina decepcionado por tenerlas.
—Es bueno tenerlas, así tienes idea de lo que quieres y cuando lo obtienes no te conformas con menos —Refrán que muy pocas veces he seguido— estoy segura que has tenido una gran expectativa en tu vida.
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Efímero
RomanceTodo en la vida está regulado por lo efímero, no sufrimos para siempre, no celebramos eternamente. Procuramos alargar los buenos momentos y evitamos los malos. La vida le ha dado a Luciana razones por las cuales amar, desconfiar, odiar y desear, es...