32. Fluimos

4 2 0
                                    

Capítulo 32. 

TW / Advertencia: +18

°Quinto día°

—¿Por qué dormimos como si estuviéramos bravos?

—¿Qué? —Acomodo la cobija riendo.

—Estás en el solitario lado izquierdo —Pasa su brazo por mi cintura arrastrándome hasta quedar contra él— perfecto, te tengo.

—Siento todo tu —Lo miro de reojo— ¿En serio?

—¿Qué? Solo quiero dormir contigo aquí cerquita —Me da un beso en el cuello— podría quedarme para siempre aquí.

—Hay que levantarse ya —Alza la mirada al reloj de al frente.

—Son las cuatro de la mañana —Se tapa de nuevo.

—Vamos, te lo recompensare —Lo zarandeo, pero abre los ojos de inmediato.

—¿Con lo que quiera? —Sonríe.

—¡Si!

Se alista más rápido que yo y logramos llegar a la playa a tiempo para ver el sol saliendo.

¡LO MEJOR DE ESTE PLANETA!

Paso la mano rodeando su cintura apoyando mi cabeza en su brazo.

—No sabes lo mucho que significa esto para mí.

—Y tú no dimensionas lo importante que eres para mí —Me da un beso en la corona de la cabeza.

Después de mirar embobada el inicio de la mañana, desayunamos y fuimos al santuario de animales marinos, ahí se recuperan para que puedan volver al mar abierto.

Luego de liberar tortugas almorzamos cerca del lugar, hay naturaleza por donde quiera que andemos, vuelve el lugar más mágico de lo que es.

—¿Hay una historia detrás de este accesorio? —Juego con la cadena entre mis dedos.

—Es una gemela, Tobias tiene la otra, pero no se la pone —Hace un recorrido con sus manos en mis piernas— Se la regale cuando se fue a vivir conmigo después de la muerte de mamá.

—¿Por qué no se la pone? —Que recuerde nunca la he visto.

—Peleamos porque prefirió seguir con papá que trabajar en lo que siempre había querido.

—Fue su decisión, ¿Por qué enojarte?

—Porque quería que fuera feliz traduciendo libros y ahora es un mini papá —Gira los ojos.

—Puede que sea feliz —Sigo las pecas de su pecho.

—No lo es, lo conozco muy bien. Cuando te digo que es casi otro hijo es porque lo es.

—Debes limitarte a ser su hermano, ya tiene un padre —Me acuesto sobre su pecho.

—Ahora lo llamaré, no quiero que piense que solo fue una charla de un día.

—Me agrada eso —Vuelvo a mi silla.

—Ya que estamos frente a frente, te diré lo que quiero por lo de esta mañana.

—Despertamos para ver el amanecer —Entrecierro los ojos.

—Yo me levante a verte sonreír, que sonrieras al ver el amanecer es otra cosa —Guiña un ojo.

—Bien —Extiendo el sonido de la "E"— ¿Qué quieres?

—Cuando estás cerca de llegar al orgasmo mírame a los ojos —Los señala con sus dedos.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora