28

1.4K 183 11
                                    

-¡Ya estamos en casa! -anuncio cuando entramos por la puerta principal al apartamento. 

Khalid entra trás de mí y cierra la puerta con sumo cuidado. Yo niego con la cabeza, sabiendo que después del escándalo que acabo de montar no hay que preocuparse por ser cuidadoso. 

-A tiempo para la cena -señala mi madre mientras aparece por el pasillo con un paño de la cocina en el hombro, a pesar de que no venía desde la dirección de la cocina. 

Mi madre se detiene en seco durante un segundo, ante la visión de Khalid, y adivino que, como yo, ella tenía la esperanza de que Khalid volvería a casa al visitar las pirámides. Pero no ha sido así.

-Val está herida -suelta Khalid con rapidez mientras se pone a mi lado y señala mi rodilla derecha. 

-No es nada grave -digo de forma atropellada mientras alejo la pierna de la dirección en la que señala su dedo índice. 

-¿Estás segura? -pregunta mi madre, sin realmente estar tan alarmada. Al menos no tan alarmada como Khalid, que parece pensar que me voy a desangrar por una simple rozadura. 

Asiento con seguridad.

-Está bien -tercia mi madre-. Puedes ir al baño a limpiarte la herida si no lo has hecho ya -propone mientras señala hacia el pasillo. 

Trazo un plan para tener unos momentos a solas con mi madre. 

-¿Puedes ayudarme? -pregunto con inocencia y cara de súplica hacia mi buena madre. 

Ella pica como la buena madre que es. Asiente y me indica que la acompañe, mientras Khalid se dirige al salón cargado con las bolsas, de las que mi madre todavía no se ha percatado. 

-Tengo algo de lo que hablarte -comienzo a decir mientras me siento en el retrete y observo a mi madre abrir el mueble espejo del baño. 

-Adelante -me anima, sin dirigirme la mirada-. Sabes que me puedes hablar de todo. 

Trago saliva.

-Encontre esta nota en el parabrisas del coche cuando terminamos nuestra visita -explico mientras me recuesto un poco para poder sacar la nota del bolsillo. 

Mi madre se gira y deja la solución salina y la gasa sobre el lavabo. Extiende la mano y toma la nota con tranquilidad. Frunce el ceño mientras lee con atención el papel terriblemente arrugado que le acabo de entregar. 

Levanta la mirada con brusquedad. 

-¿Habéis hecho algo extraño en Guiza? -pregunta ella, manteniendo la calma, a pesar de que sé que dentro tiene una tormenta de magnitudes épicas. 

Trago saliva por segunda vez en lo que va de conversación. 

-Khalid sugirió en el templo que nos pusiéramos a rezar... Creí que así volvería a su tiempo, ¿sabes? -trato de justificar-. La gente comenzó a mirarnos y tal... Supongo que pensaban que era algún tipo de broma o algo porque íbamos vestidos así -digo mientras señalo mi ropa de lo más normal.

-Te has puesto en peligro -susurra mi madre, desconcertada, sin poder dar crédito-. No sólo por los cientos de turistas que habría vuestro alrededor, Valentina. Si no que te has puesto en potencial peligro a ti misma. ¿Es que no pensaste en las consecuencias? -me dirige una mirada severa y completamente fija mientras formula la pregunta-. Sabes perfectamente que no deberías estar cerca de Khalid cuando haga rituales relacionados con su cultura, y el rezo es uno de esos ritos. ¿Cómo has podido ponerte en peligro de esa forma? Enfrente de toda la multitud, encima. ¿Qué habría pasado si él hubiese vuelto? ¿Te habrías quedado frente a todo el mundo mientras el desaparecía? ¿Y si hubieses desaparecido con él, eh? ¿Cómo podría yo seguir adelante? -formula las preguntas de forma tan seguida que no me da tiempo a responderle, no hasta que se calma. 

LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora