Alfred me deja en casa bien pasada la hora de la cena. He de confesar que tropiezo un poco en mi camino hacia el ascensor, y también de nuevo cuando hablo la puerta de casa y paso al interior.
-¡Hola! -saluda mi madre desde algún lugar.
Veo a Khalid sentado en el sofá, observándome. Esbozo una sonrisa torpe mientras dejo el bolso colgado sobre el perchero de la entrada. Él no me devuelve la sonrisa. Frunzo el ceño hacia él mientras me acerco.
-¿Te pasa algo? -le pregunto con tranquilidad mientras me siento a su lado y comienzo a quitarme los zapatos-. ¿Han ido bien las clases con el tutor? -. La preocupación tiñe mi rostro, asumo.
Khalid aplana la boca y se encoge de hombros.
-No entiendo lo que me quieres decir con esa cara -señalo con algo de frustración. La poca comunicación que me ofrece no ayuda.
Me levanto del sofá, cojo mis zapatos del suelo y me voy a mi habitación sin tan siquiera esperar una respuesta.
-¿Qué tal la tarde? -pregunta mi madre con una gran sonrisa, asomando la rojiza cabeza fuera del umbral de su dormitorio.
Le devuelvo la sonrisa, celebrando el que por fin alguien de esta casa muestra un poco de alegría.
-Ha ido genial -confieso-. El lugar era increíble. Unas vistas espectaculares y... ¡Deberíamos llevar un día a Khalid! -propongo con impulsividad.
-Seguro que le encanta -concuerda mi madre.
-Oye -comienzo a decir en un tono más bajo, a pesar de que él no entendería palabra igualmente de lo que estamos diciendo-. ¿Sabes si le pasa algo? Lo noto... muy seco.
Mi madre frunce los labios mientras mira hacia esa zona de la casa.
-Está así desde que llegué sin ti -señala con un suspiro-. Puede que sea por el tutor o puede que sea porque se aburre aquí solo. Sabemos que tenía vía libre para moverse por palacio antes pero... esto no es un palacio. El máximo aire que puede darle aquí es el que haga en el balcón.
Asiento lentamente mientras proceso eso.
-¿Crees que está celoso de que yo haya salido a divertirme y él no? -intuyo.
Mi madre se encoge de hombros.
-Estoy segura de que le encantaría probar algo de lo que tú has probado hoy -comenta ella con tono cariñoso-. Tienes la cara roja -señala mientras se acerca y me pellizca una mejilla.
-¡Mamá! -me quejo mientras aparto su mano-. Solo estoy un poco... borracha. Nada más.
-¿Crees que podrías aguantar algo más? -pregunta ella mientras comienza a caminar hacia la cocina.
Tiro los zapatos dentro de mi habitación y la sigo.
-¿A qué te refieres? -pregunto mientras la veo abrir el frigorífico. Aunque no necesito una respuesta cuando la veo sacar tres botellines de cerveza del interior-. ¿Crees que es buena idea?
-Estoy segura de que es mayor de edad -apunta mi madre mientras destapa los botellines-. ¿Por qué no te encargas de las patatas fritas? -propone.
Asiento y me pongo a ello rápidamente, al mismo tiempo que ella abandona la cocina.
-Khalid dice que le encanta la cerveza -me explica mi madre cuando me acerco a ellos, que se han sentado en la mesa del balcón.
-Sí -asegura él mientras deja el botellín sobre la mesa-. A veces me escapaba del palacio para ir a las casas de la cerveza. No es igual que esta -señala-. Bueno, supongo que ya lo sabéis.
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LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)
Teen Fiction4ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" Valentina Adams, de 19 años, viaja con su madre a una parte de Egipto para ayudarla en su expedición arqueológica. Val quiere seguir los pasos de su madre. Lo malo es que las tumbas suelen tener trampas y...