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NOTA: Khalid con ojos verdes (tendrían que ser azules pero bueno)= Laurence Pele Coke

Han pasado algunos días desde la primera vez que estuvimos en la excavación para mandar a Khalid a casa. Mi madre nos ha mantenido muy ocupados desde entonces, con la intención de que pensemos un poco menos en devolver a Khalid a su siglo. Sin embargo, la tarea ha sido un poco difícil, muchas veces he encontrado a Khalid observando con cierto anhelo la entrada a la excavación, allí donde ocurre la supuesta magia, y Sebastian suele ser poco benévolo cuando se da cuenta de que el pequeño principe egipcio está distraído y sin hacer la tarea que se nos ha encomendado. 

-¿Qué tal la mañana, chicos? -pregunta mi madre mientras se acerca a nosotros, con un montón de pinceles en sus manos y otros tanto en su cinturón especial. 

Me seco el sudor de la frente con el dorso de la mano mientras suspiro con pesadez. 

-Bien -responde Khalid con una sonrisa educada. 

Mi madre levanta las cejas. 

-¿Qué tal si volvemos a casa y damos por concluido el día de hoy? -propone con una sospechosa nota en su voz. 

A pesar de notar el extraño tono, frunzo las cejas. Khalid se encoge de hombros, hará todo lo que mi madre diga sin rechistar. Es como si la hubiese aceptado como su líder supremo. 

***

-¿Por qué tenías tanto interés en que volviésemos a casa tan pronto? -le pregunto a mi madre cuando nos encontramos dentro del coche-. Normalmente volvemos cuando termina el día. 

Mi madre responde sin apartar la mirada de la carretera. 

-Tenemos que dedicarle tiempo a nuestra búsqueda -explica con determinación-. Os he dejado unos días de aparente normalidad pero tenemos que continuar. ¿Cierto? -pregunta mientras levanta la vista hacia el espejo retrovisor para hacer contacto visual con Khalid, que se encuentra en la fila trasera de asientos. 

Él asiente en respuesta. 

-Volver es mi deber -asegura. 

Bufo. 

-¿Qué pasa? -pregunta él molesto, levantado una oscura ceja hacia mí mientras lo observo por encima de mi hombro y de mi asiento. 

-Tampoco hacías tanto allí -observo. 

Khalid cruza los brazos sobre su pecho, ofendido y molesto. Pero es la verdad, un hijo entre otros tantos, incapaz de abandonar el palacio y su seguridad. Y sin embargo, va y lo abandona por una extranjera. Aunque, si bien es cierto, todos esos factores ayudaron a salvar mi vida. 

-Lo siento -digo a modo de disculpa con el tono de voz casi comparable a un susurro.

***

-Escucha -dice Khalid mientras le ayudo a doblar su ropa-, tienes que llevarme a algún templo -pide con un tono que se acerca más bien al de una urgencia médica-. Han pasado muchos días desde la última vez que fui y es de vital importancia que siga al día con mis deberes para con los dioses...

-Detente -le pido, alzando una mano frente a su cara-. Eso va a ser imposible -explico mientras le tiro una de sus prendas de ropa para que la doble sin mi ayuda-. Los templos ya no existen, han pasado miles de años. Hace siglos que... o bien se derruyeron o se convirtieron en atracciones turísticas. 

-¿Y dónde reza la gente? -pregunta sorprendido, con sus ojos azules bien abiertos hacia mí y la ropa olvidada entre sus manos. 

Me muerdo el labio mientras me acerco a él y le pongo una mano sobre el hombro para confortarle. 

LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora