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Tutmosis III... Ese actor debe de estar tomándose su papel muy en serio. Y estos hombres de seguridad también. 

Pero de verdad, lo más extraño es lo real que parece este set de grabación. ¡Es al aire libre! Eso es la primera cosa extraña que encuentro. Lo segundo es que todo es de verdad. Las columnas son de piedra, las paredes... Todo es de dura y gruesa piedra pintada con delicadeza, por lo que puedo notar cuando paso mis manos por una esquina. ¿De dónde sale un lugar como este? Ya no queda tal cosa en Egipto. No hay nada tan bien conservado por fuera como por dentro. 

La casa de las concubinas está al otro lado del jardín. El jardín solo puede describirse como: exótico. Sus palmeras de todos los tipos y tamaños, flores de loto, aquí llamada rosa del Nilo, y un estanque en el centro, más parecido a una piscina que a un lugar lleno de lodo y peces. Y no solo eso... ¡también hay pavos reales paseando por el lugar a sus anchas! 

Cuanto más lo pienso, más veces me cuestiono si esto no es la realidad. Si esto es más que un set de grabación. Tal vez... un país extraño y aislado que se rige por sus propias leyes y que mantiene todavía las costumbre del Antiguo Egipto. Pero nunca he escuchado hablar de tal cosa. Y dudo mucho que alguien se haya tomado la molestia de secuestrarme sin ninguna razón. 

La casa de las concubinas es una especie de palacio pequeño. La planta de abajo es una área casi completamente abierta. Las cortinas transparentes caen con suavidad haciendo de puertas, aunque tienen verdaderas de madera oscura en caso de que las necesiten. 

El hombre me baja de su hombro con delicadeza y me deja en el suelo. Peino mis mechones de pelo hacia detrás para poder ver mejor lo que hay a mi alrededor. Una mujer sale del lugar, vestida de la misma forma sencilla que el hombre que acompañaba a Tutmosis III. 

-El faraón desea que os encarguéis de ella -le comunican los hombres a la mujer. 

Inclino mi cabeza un poco mientras observo a la mujer. Lleva un traje sencillo y un cinturón de tela que lo ajusta a su cintura. Lleva sandalias y el pelo negro medio recogido. También lleva los ojos pintados con Kohl, con un largo rabillo que hace parecer que quien te mira es un gato. 

-Venid aquí, joven -dice la mujer mientras extiende la mano hacia mí y me sonríe de forma amable-. Yo cuidaré de ti. 

Tomo la mano de la mujer, insegura de lo que estoy haciendo. Aunque me siento más segura con ella que con los hombres que me han traído o..., más bien, arrastrado hasta aquí. 

La mujer me guía hacia el interior. El interior es también una versión más pequeña del palacio. Hay mesas grandes, chaise longe y muchos cojines tirados sobre las alfombras. 

-Aquí es donde duermen las jóvenes -me explica la mujer cuando llegamos a la segunda habitación. El lugar está lleno de cojines de colorines y el suelo está cubierto al completo de colchones y mantas bordadas de forma lujosa. 

De hecho, hay algunas chicas aquí. Mis ojos se abren con sorpresa ante la visión de estas jóvenes.  Sus largos vestidos caen hasta sus pies, grandes collares decoran sus cuellos y por encima de su tórax, con cuentas de colores. Hay otras sin embargo que llevan otro tipo de vestido, mucho más cortos, pero de tela más rígida.

Todas ella se acercan a mí en masa y comienza a murmurar con emoción mientras tocan mi piel y mi pelo con sus dedos. Me observan los ojos, tiran de mi pelo con suavidad, juegan con él entre sus dedos. Y me dejan cuando la mujer que me ha traído les pide que vuelvan a sus lugares. 

Estoy un poco en estado de shock después de haber sido observada por las chicas como si fuese un hermoso cachorrillo. No les he dado permiso para que toquen mi pelo. Son chicas desconocidas que han invadido mi espacio personal sin mi consentimiento. 

LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora