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La famosa Charlotte Wolf vive en Los Feliz, un barrio de ricos de Los Ángeles. De esos llenos de casa espectaculares en calles serpenteantes con paredes altas que otorgan privacidad a los propietarios y cámaras de seguridad.

-Robert Pattinson vive ahí -dice la chofer mientras señala una de las mini-mansiones que se encuentran tras unas puertas dobles de hierro forjado. 

Mi madre suelta un silbido desde su asiento a mi izquierda. 

-¿Cuánto puede costar una casa por esta zona? ¿Un millón...? -pregunta mi madre con inocencia, mientras observa cada uno de los chalets a nuestro alrededor en las serpenteantes calles. 

-Como mínimo -responde la chofer con tranquilidad, como si estuviese ya acostumbrada a que la gente se gastara ese dinero. 

Mi madre se inclina hacia delante, más cerca del asiento del conductor. 

-¿Y cuánto vale la casa de... Charlotte Wolf? -pregunta en un susurro. 

Golpeo el brazo de mi madre. Me está dejando en ridículo. Ese tipo de cosas no se pueden preguntar. 

-Mamá... -le advierto con tono mordaz. 

Khalid, a mi derecha, permanece metido en su mundo, mirando por la ventana con interés y sin entender nada de lo que sucede a su alrededor. 

-No es ningún secreto -comenta la chofer-. La señorita Wolf se ha gastado más de un millón en su casa, eso es seguro. De hecho, es aquí -señala mientras aminora la marcha del coche y se acerca a una verja grande de metal que no deja ver lo que se encuentra detrás de ella. 

La puerta de entrada se desliza hacia un lado con lentitud, prolongando el momento de misterio para dejar paso a la revelación final pero constante de la mini-mansión de detrás. Bueno, vale, quizás sea una mansión completa. 

-Moderna  -comenta mi madre, arqueóloga y por un gusto especial por las cosas que tienen siglos de antigüedad. 

-Como nuestra casa -le recuerdo a mi madre para calmarla. 

-Cierto, cierto -concuerda ella-. Es preciosa -asegura mientras mira a la chofer en el espejo retrovisor central-, nosotras ni siquiera tenemos jardín privado. 

Niego mientras el coche avanza por el pequeño camino hacia la puerta principal doble. La mansión de Charlotte Wolf es una casa de lineas rectas, de color blanco y con ventanas grandes pero que no llegan a ser ventanales. 

La puerta principal se abre y una mujer joven sale de la casa. Me quedo parada, a medio camino de cerrar la puerta del coche, cuando me doy cuenta de que es la mismísima Charlotte Wolf. Lleva el pelo rubio suelto, y ondulado, como lo tiene realmente. Parece que apenas lleva maquillaje y sus ojos azules parecen más pálidos que en los videoclips de sus canciones. El mono negro que lleva y las converse a juego hacen que parezca más joven de lo habitual, cuando la he visto en entrevistas o en galas de premios musicales. 

-¿Valentina Adams? -pregunta ella mientras se acerca a mí con la mano extendida. 

Asiento mientras estrecho su mano. 

-Perdona -digo mientras vuelvo un poco a la Tierra y recuerdo que estamos aquí por algo más importante que conseguir un autógrafo de una chica que tiene talento-, es que estoy acostumbrada a verte en internet y la televisión y... 

-¿Y verme en persona es un poco shock? -completa ella con una leve risita bastante agradable mientras un olor a perfume afrutado llena mi nariz-. Tranquila, a mí también me pasa con los famosos -admite-. ¿Vamos dentro? -propone mientras señala su puerta principal abierta de par en par. 

LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora