-Ahora vuelvo - le digo a Alfred antes de alejarme del lugar en el que debería quedarme, ayudándolo con la excavación como hacía hace semanas, cuando yo era alguien... normal.
¿Quién ha podido atacar a Charlotte? ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Qué intereses esconden? Y lo más importante, ¿cuánta gente realmente conoce algo sobre los viajes en el tiempo?
Bufo. Parezco estúpida pensando que Khalid y yo somos el centro de todo esto. Sobre todo cuando esto comenzó tras la visita que hicimos a Charlotte. Ella es la que ha escrito todas esas sugerentes letras de canciones. Al fin y al cabo, alguien lo suficientemente listo puede sumar dos y dos, si yo he podido. O encontrar aquellas antiguas entradas de blog si indaga lo suficiente en internet y busca la combinación de palabras correctas y comenzar a teorizar. Y, por ende, relacionarnos a Charlotte y a mí.
Me quedo parada y miro al horizonte durante un segundo. Necesito poner mis pensamientos en orden antes de que me explote la cabeza.
Segundos después encuentro a mi madre agachada en una zona delimitada, junto a Sebastian, los dos con pinceles en la mano.
-¿Podemos hablar? -le pregunto a mi madre cuando llego junto a ellos.
-Claro -dice mi madre mientras se incorpora. Y no me pasa por alto que Sebastian lo hace también, e incluso tiene la audacia de salir de la zona delimitada y caminar hacia mí. Como si esto fuera con él.
-En privado -digo entre dientes mirando de reojo a Sebastian.
-Oh, claro, claro -dice él con las manos en alto, antes de volver a entrar a la zona delimitada.
-Será solo un momento -le asegura mi madre con todo tranquilizador, como si él fuese a alterarse cual bebé ante la ausencia de su madre.
Hago una especie de mueca burlona cuando me giro para alejarme de allí, porque no soy tan descarada como para hacerla en su cara, y camino hacia la pérgola, con mi madre pisándome los talones.
-¿Estás bien? -me pregunta cuando pasamos al interior, con la telilla blanca cerrándose a nuestras espaldas y protegiendo el interior de la pérgola del sol lo mínimo e imprescindible.
Camino de un lado para otro. ¿Cómo le dices a tu madre que quizás corras peligro físico? ¿Cómo va a digerir ella saber el que las amenazas textuales se han convertido en físicas?
-¿Me lo puedes decir ya? -pregunta, parándome en seco con una agarre feroz de mis hombros.
Clava sus ojos en mí, los que normalmente son de un azul cálido ahora se han convertido en unos ojos fríos y determinados, exigentes y hambrientos de verdad.
Trago saliva.
-Han atacado a Charlotte -suelto por fin, y joder si sienta bien compartir la verdad. ¿Por qué soy a veces tan estúpida? Contarle todo a mi madre siempre sienta bien.
Mi madre parpadea y sus ojos han perdido rápidamente todo el frío y la determinación, ahora están casi... nublados.
-¿Cómo? -murmura en estado de shock-. ¿Está bien?
Retrocede un poco y se apoya en la mesa gigante del centro de la pérgola. Ni siquiera a apartado nada de lo que había encima de la mesa antes de apoyarse en ella.
-Está bien -respondo con tanta confianza como puedo, tratando de traspasar algo de ella a mi madre-. No ha sido nada grave.
Bueno, quizás esté exagerando un poco... La han atacado con su guardaespaldas presente y todo.
-Debería llamarla y asegurarme de que está bien -comienza a decir mientras se despega de la mesa y se pone a dar vueltas por el lugar buscando su bolso, asumo.
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LA HIJA DEL TIEMPO (ANTIGUO EGIPTO)
Ficção Adolescente4ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" Valentina Adams, de 19 años, viaja con su madre a una parte de Egipto para ayudarla en su expedición arqueológica. Val quiere seguir los pasos de su madre. Lo malo es que las tumbas suelen tener trampas y...