27. ¡Marta, hay boda!

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Levante la mano quién quiere una relación como Ollinor:

Sujeto la mano de Connor, quién me ayuda a bajar de la camioneta negra

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Sujeto la mano de Connor, quién me ayuda a bajar de la camioneta negra. No es hasta que quedo con los dos pies sobre el camino de piedras que mi boca se entreabre ante la maravillosa mansión que yace frente a mí. Parpadeo un par de veces para asegurarme que no estoy en un sueño y llevo mi mano a la boca para no gritar de la emoción.

Siento como alguien me empuja con fuerza pero la verdad es que estoy tan distraída admirando la vista que no vuelvo a la realidad hasta que capto el pellizco en mi brazo. Esta vez si grito, pero de dolor, y giro rápidamente mi cabeza para a Connor con una sonrisa burlona en el rostro.

—¡¿Pero por qué me pellizcas?!

—Creí que necesitabas volver al mundo real.

—¡Pudiste haberlo hecho con un beso! —grito, exasperada.

—¿Quieres que te dé un beso?

—¡Ya no!

—¿Pueden dejar de gritar? La familia pensará que ha contratado a una banda de bajo nivel porque no dejan de pelearse como dos niños inmaduros —pronuncia Nina en nuestra dirección, bajando sus maletas de la camioneta— ¿Pueden comportarse como gente decente?

—¡Pero él me pellizcó!

—Pues pellízcalo y estarán a la par —musita y entrecierro los ojos por su inútil intento de solución.

—Si quieres lo golpeo por ti, Liv —se ofrece Tyler apenas escucha la pequeña discusión que estamos teniendo— Connor nunca me ha dejado golpearlo, pero si me das permiso sí se dejará.

El castaño frunce el ceño, indignado.

—¿Cómo estás tan seguro que haré lo que ella diga?

—La pregunta correcta es: ¿qué no haces?

—Me siento ofendido ahora.

—Es parte de crecer, pequeño Connor.

—Eres un-

—¡Chicos! Al fin llegaron —una voz desconocida aparece en nuestro ambiente y todos giramos nuestros rostros a aquella dirección.

Carson y Jackson, quiénes ignoraban nuestra disputa, también se acercan a nosotros y no podemos evitar sonreír al ver a un hombre adulto, con el cabello rubio y unos ojos celestes que te terminan hipnotizando. Una pequeña bebé se encuentra en uno de sus brazos y no sé si el suspiro sale de mí, —o de Nina, incluso creo que es de las dos—, al ver tan perfecta imagen justo delante de mí.

—Mucho gusto —cruza la reja que rodea la propiedad y estira su mano libre a cada uno de nosotros en forma de saludo— Soy el novio, Rodrigo Ortega. —se presenta en un perfecto inglés que todos logramos entender pero se percibe el acento español junto a sus palabras.

Un plan B, bastardo © [01] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora