6. El parque de diversiones... y de putazos.

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Capítulo con escenas inéditas.

Digan presente, nenis:

Juro que meteré la boca de Connor en lejía apenas lleguemos al departamento

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Juro que meteré la boca de Connor en lejía apenas lleguemos al departamento.

Las palabras del castaño habían dado un efecto contrario a lo que el grupo esperaba y es que su "no nos conoce mucho gente" terminó siendo una cruel y vil mentira.

Pegadas a las lunas de las ventanas estaban, por lo menos, treinta chicas rodeando el auto. Sin mencionar el grupo que rodea a Carson y Tyler en la camioneta delante de nosotros.

Me sobresalto un poco ante los gritos y sollozos exagerados de las fanáticas de la banda y estoy tentada a golpear a Jackson cuando lo veo con una sonrisa más grande que le he visto.

—¿Creen que deberíamos abrir la...

—¡No! —gritamos todos al mismo tiempo cuando oímos la estúpida pregunta que estuvo por hacer el rubio. El pobre, asustado, aleja su mano de la manija que desciende la ventana y la deja en su regazo con una mirada cautelosa sobre nosotros.

—Esto es tu culpa —menciono en dirección al castaño—. "Solo nos conocen unas cuantas personas" —engroso la voz para imitarlo y gano una mala cara de su parte. Rueda los ojos, ignorando mi queja—. Al parecer esas "cuantas personas" terminaron multiplicándose peor que conejos.

—No seas tan exagerada —musita el castaño de manera despectiva.

—¿Exagerada? Te reto a salir del auto.

—¿Y por qué tendría que hacer lo que dices?

—¿No me digas que tienes miedo?

—No tengo porqué demostrarte nada.

—Está claro que Connor podría morir asfixiado si sale del auto —interrumpe Nina, colocando su rostro entre los asientos delanteros. Gira su cabeza hacia su amigo—. Lo más recomendable sería que volvamos a la cafetería de don Braulio.

—Yo también creo que sería buena idea —opino.

Connor intercala su mirada entre mi rostro y la de su amiga. Segundos después termina botando un suspiro exagerado y asiente con la cabeza. Vaya que no creí que aceptaría. Noto que vuelve a mirar al frente para sostener el teléfono que está por la zona del volante, pero detiene sus movimientos casi al instante, con la mirada clavada hacia adelante.

—¿Qué sucede? —pregunta Jackson.

—Los imbéciles salieron del auto.

—¿Qué...?

La mano de Connor se presiona en mi mandíbula e intentando ignorar el hecho de que me está tocando casi por su voluntad, gira mi cabeza hacia dónde se encuentra el auto de Carson y un quejido lastimero sale de mí cuando veo que el pelinegro junto a Tyler están fuera de la camioneta, saludando y tomándose fotos con las fanáticas.

Un plan B, bastardo © [01] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora