25. ¡Es un 3312! No sé cómo v*rgas empezar esto

19.3K 2.3K 1.7K
                                    




He vuelto, bitches:

*Escuchar Demons de Imagine Dragons cuando noten que Olivia está solita*

Siento los latidos de mi corazón incrementar su velocidad con cada paso que doy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Siento los latidos de mi corazón incrementar su velocidad con cada paso que doy. Reconozco el sentimiento de temor y de pánico cuando mis ojos se mantienen todo el tiempo en la espalda del castaño que tampoco detiene ni ralentiza sus pasos dejándome consciente de lo lejos que quiere estar de mí justo ahora.

Mantengo el gesto de apretar mis dientes contra sí cuando no soy capaz de calmar los nervios. Mi vista se torna borrosa ante las lágrimas que se acumulan en mis ojos pero no soy capaz de llorar cuando el hombre frente a mí no se atreve a decirme una sola palabra en todo el maldito camino.

Sigo el cuerpo de Connor, quién camina mucho más rápido de lo normal, hasta la puerta del departamento y no puedo calmar el ligero temblor de mis manos debido al nerviosismo que me causa toda esta situación generada.

Después de haber dejado a Marcelo con la indiferencia en la cara, lo único que atinó hacer el castaño fue enderezarse correctamente y sin decir una sola palabra, Connor se alejó. Obviamente antes de seguirlo, mandé a la mierda al italiano y corrí en dirección al muchacho que hasta ahora seguía sin dirigirme una oración.

Noto que Connor abre la puerta y se pone a un lado de ésta para darme una señal con su cabeza a que pase al departamento. Aprieto los labios con fuerza y una vez que estamos los dos adentro, me giro sobre mi propio eje para verlo quitarse su casaca con el rostro completamente serio. Trago saliva queriendo recaudar coraje para darle frente al problema que he generado si no fuera porque me quedé callada ante lo que sucedió con Marcelo aquel día en la playa.

—Lo último que quiero es que creas que de verdad tuve que ver algo con él. Debes creerme cuando te digo que no fui yo quien lo besó —musito al instante que noto que está por irse. Sostengo su remera, pero la suelto tan rápido como veo que vuelve a verme—. El asqueroso vino a mí y me agarró el rostro a la fuerza. Yo no tuve la culpa, Connor.

El castaño suelta una risa despectiva. Maldice por lo bajo.

—¿De verdad piensas que he creído una sola palabra que haya podido salir de la boca de ese imbécil? —cuestiona, ofendido. Su voz es tan débil que pienso haber imaginado la pregunta, pero el golpe contra su pantalón me demuestra que realmente su enojo se dirige a mí en tono sarcástico—. ¿Piensas que soy tan estúpido como para creer que fuiste tú, la persona que ha demostrado rechazo hacia él desde el primer minuto que lo conoció, tuvo la iniciativa de besarlo, o por lo menos estar cerca de él?

Su cabeza que antes estaba en dirección al suelo se alza, y siento como si me hubiesen tirado un puñetazo en el estómago cuando me doy cuenta del fuerte brillo que diviso en los ojos de Connor.

«Ay, no».

—No pienso que seas estúpido.

—¿Me molesta que te haya besado? ¡Demonios, sí! Pero confío en ti, Olivia. —Nuestras miradas se cruzan y no sé cuánto más pueda mantenérsela cuando el sonido de quiebre en su voz lograr llegar a mis oídos—. A pesar del poco tiempo que te conozco, me has demostrado que eres una persona que se entrega cuando siente algo más que una amistad por alguien. Una persona que sabe respetar el cariño que le dan, aunque muchas veces no sepa cómo reaccionar a ello. Me he abierto hacia nosotros y deposité toda mi confianza en ti porque sé que puedo hacerlo —suspira—. O eso pensé.

Un plan B, bastardo © [01] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora