¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un año después
Acaricio los pétalos de la rosa roja sintiendo la suavidad en mis yemas. Sonrío cuando logro ver una mariquita sobre una de éstas y coloco mi dedo al ras de una hoja para permitir su camino hacia mi palma. El cosquilleo de sus pequeñas patitas me causa gracia y me dejo disfrutar este momento hasta que escucho la voz de la doctora Clark.
Giro mi rostro en su dirección y puedo ver a la mujer entrar a la sala con varias carpetas en sus brazos. Rápidamente dejo al pequeño insecto en la hoja y me pongo de pie para ayudarla con todas las cosas que tiene encima.
—Gracias, Olivia. Lamento haberte hecho esperar —musita, cansada.
—Está bien. Me gusta estar sola en su oficina. Me ayuda a ordenar los sucesos de mi día para contarle —explico, con una sonrisa— ¿Nota que ya no he traído mi diario?
—¿Eso te hace sentir bien? ¿No venir con tu diario?
—Creo que me ayuda a tener más confianza sobre mí para hablar con usted.
La doctora me dedica una sonrisa y como habitualmente hacemos tres veces por semana, camino hacia el enorme sofá mientras que ella desliza su pequeña silla justo frente a mí. Mis ojos van hacia la placa detrás de ella y leo "Doctora Celice Clark. Psicóloga".
—¿Y bien? ¿Qué tal han estado estos días sin mí, Olivia?
Hago el ademán de pensar.
—La verdad es que estuvieron tranquilos. Botaron a Jhon por haber copiado uno de mis diseños.
—Justicia divina —bromea la doctora y río.
—Ya pude mudar todas mis pertenencias al nuevo departamento y le pedí a mi nana que se viniera conmigo. Claramente dijo que sí. Pana Rabbit destrozó una de mis almohadas favoritas. ¿Qué más? Uhm. Ah, estoy compitiendo con otra trabajadora en la empresa de diseño para obtener un ascensor y creo que lo ganaré.
—¿Por qué estás segura de eso?
—Madame Lineth escogió unos de mis vestidos para colocarlos como presentación del local y me guiñó un ojo luego de anunciar el ascenso a una de las trabajadoras. Creo que disimuladamente me dio a entender que sí. ¿Usted qué piensa?
—Pienso que gracias a tu esfuerzo estás logrando que tu jefa tenga más consideración contigo. ¿Y qué hacemos cuando tienes éxito por ti misma?
—Me lo agradezco —respondo como si fuese un examen— Me agradezco por haber dado mi mayor esfuerzo. Me agradezco por no haberme rendido cuando no sabía que diseño hacer. Y me agradezco por seguir haciendo lo que amo a pesar de los malos comentarios —sonrío.
—Muy bien, Olivia. ¿Ahora te das cuenta de la diferencia entre el ego y la autoestima?
Asiento.
—Siento que he podido nivelar esos dos rasgos de mi vida. Aunque aún hay momentos en que el ego me gana y vuelvo a las mismas costumbres. Creo que no es fácil borrarlas cuando siempre he vivido de esa manera.