8. Me palpita y no es el corazón

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Digan presente:

Abro los ojos por culpa de los rayos solares que chocan contra éstos a través de la ventana

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Abro los ojos por culpa de los rayos solares que chocan contra éstos a través de la ventana. Un bufido largo sale de mí para cuando mantengo la mirada sobre el techo, nuevamente perdiéndome en mis pensamientos y en la ansiedad que me causa salir de esta habitación.

Hace tres días que desperté en la cama de Connor. Hace tres días que pegué el grito al cielo al darme cuenta que me había embriagado frente a él. Y hace tres días que sigo maldiciendo mi existencia por haber confesado parte de mi infancia a una persona que ha hecho imposible mi estancia en este lugar.

«Me debería ganar el premio a la estúpida del año.»

Me llevo una mano a la frente para intentar aplacar el nerviosismo que recorre mi cuerpo otra vez. Desde aquella madrugada, algo había cambiado entre Connor y yo. O así es como yo lo sentía desde entonces. Por lo menos ya no me escondía la comida y me dejaba pasar más tiempo con sus amigos. Claramente su actitud hacia mí, junto a sus palabras casi hirientes, seguían viajando en mi dirección cada vez que abría la boca a la hora de discutir, pero por lo menos sus estupideces lograban hacerme reír.

El tema de haberse confesado tampoco era grato para él, pero ninguno de los dos tocaba el tema. Y eso lo agradecía eternamente. Lo último que faltaba era que entre nosotros existiese un ambiente lo suficientemente incómodo como para desear desaparecer de la vista del otro. Mucho peor cuando vivo bajo el mismo techo que él.

«El castaño no me la dejaba fácil.»

Giro un poco mi cabeza para clavar los ojos en el álbum semi destruido encima de la cómoda, el cual no he tenido tiempo ni ganas de arreglar por culpa de los recuerdos que llegan a mi cabeza. No. No me dolía la infidelidad. Estaba más enojada conmigo misma por haber desperdiciado tantos años junto a esa clase de personas solo porque me habían criado de tal manera para soportarlas a mi alrededor.

«¿Estás orgullosa de ello, mamá?»

La imagen de su rostro llega a mis recuerdos, la manera en cómo les temía a sus gritos o cuando solía levantar la mano contra mi cuerpo después de que papá se iba a trabajar. Es casi como si dichos recuerdos los volviera a revivir en carne propia e instantáneamente la sensación de pánico llega a mi cuerpo.

Termino por sentarme sobre la cama en un sobresalto queriendo borrar todos esos escenarios de mi cabeza. Con los ánimos hechos mierda, quito las sábanas de mi cuerpo y salgo de la cama. Me dirijo al baño para hacer mis necesidades, obviamente cuidando de no cruzarme con Connor y hago la misma acción cuando regreso a la habitación.

«Eres una puta cobarde, Olivia.»

Como no tengo planeado salir a ningún lado, ya que el día de ayer la señora Norma me pidió que la ayudara con el pequeño jardín que se encuentra fuera de su ventana, me visto con un jogger deportivo y una camisa grande. Me hago una media cola y dejo mi rostro libre de maquillaje. Me quedo con las sandalias y tomo una fuerte respiración para coger coraje y dirigirme al comedor de la casa.

Un plan B, bastardo © [01] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora