31. Baia baia muy sospechoso

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Buenas, buenas:

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Muevo mi cabeza al ritmo de la música que se reproduce a través del audífono que comparto con Connor

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Muevo mi cabeza al ritmo de la música que se reproduce a través del audífono que comparto con Connor. El castaño me ha convencido a escuchar la canción de una serie colombiana y a pesar de que no entienda la mayoría de la letra, la verdad es que el ritmo sí estaba muy bueno. Mis brazos se empiezan a mover causándole gracia al hombre a mi lado.

Traicioné tu confianza, lady. Acabé con tu vida, baby. Fui todo un idiota y no te supe valorar —canta Connor a mi lado demostrando su fluidez en el idioma del cantante y sonrío en su dirección cuando hace unos movimientos en los hombros que logra hacerme reír— Perdóname. Quiero volverte a tener. Aunque sea una noche sola. Una noche más. Perdóname, no te voy a perder. No pienso dejarte ahora, tú vas a volver.

Mis carcajadas se hacen mucho más fuertes y es el castaño que se pone de pie justo frente a mí para inclinar un poco su cuerpo, regalándome un beso inocente en los labios. Me mantengo sentada en los escalones de nuestro edificio y le devuelvo su audífono cuando la canción termina.

—¿Y que te pareció? —pregunta, emocionado.

—Considerando que no entendí el 99% de lo que decía, puedo juzgar que el ritmo me gusta. ¿Qué género es?

—Reggaetón.

—¿Regre... regrae... Vale, no sé pronunciarlo —Connor se ríe y lo golpeo suavemente en el abdomen— No te burles. Está difícil la palabra.

—Son tres sílabas, fresita. Re – ggae – ton.

—¡No sé pronunciarlo! —me quejo.

El castaño vuelve a reírse mucho más fuerte y me doy cuenta que sus carcajadas empiezan a escucharse por todo el pasillo de nuestro piso. Intento callarlo colocando mi mano sobre su boca, pero el muy asqueroso logra morderme.

—¡Oye!

Entrecierro los ojos en su dirección y me causa un poco de extrañeza el hecho de que se esté comportando mucho más cariñoso de lo normal. Con sus manos ahuecando mi rostro me empuja hacia atrás hasta que mi espalda queda contra el suelo y esparce besos sobre mi frente, nariz, mejillas y boca.

Su sesión de besos me agrada y provoca en mí unas cuantas sonrisas pero es interrumpido cuando la alarma de su celular hace acto de presencia en el ambiente. Escucho un bufido por parte de Connor antes de ponerse de pie y apagar con molestia el timbre.

Yo también me enderezo y hago un pequeño puchero cuando noto su rostro serio.

—No soporto tener horarios para verte —masculla con molestia.

Hace una semana, luego de que Connor volviera a los ensayos, la banda ha sido contactada por una radio internacional que suele transmitir música de nuestros grupos que la vienen rompiendo en listas de reproducciones o hits del año.

Un plan B, bastardo © [01] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora